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Las aguas no olvidan: sobre “Mirar al río. Diálogos con lo inanimado” de Tatiana Sandoval

por Evelin Bottani



¿Cómo recuerda el río aquellos cuerpos que ya no están?



Abordar escénicamente las heridas abiertas de la dictadura militar argentina requiere sensibilidad, compromiso y una poética capaz de crear complicidad colectiva. En Mirar al Río. Diálogos con lo inanimado, la incertidumbre que se plantea en esta pregunta sobre los cuerpos desaparecidos marca el inicio de la obra y el ritmo en el que, durante tres actos, se irá respondiendo esta incógnita.



La propuesta de Tatiana Sandoval junto con su Compañía Cuerpoequipaje se plantea como una experiencia inmersiva y onírica. Pero quienes fuimos partícipes de ella sabemos que se abarca mucho más que esto. Mirar al río es una conjunción de múltiples lenguajes al servicio de un recuerdo. Por momentos, es confuso; en otros, sólido, pero siempre intensamente vivo.


Sus performers, con entrega de cuerpo y alma, nos presentan escenas cargadas de simbolismo y ofrecen desde su movimiento una búsqueda genuina y rústica del sentido.






mirar al rio





Desde el primer acto, la obra de Tatiana Sandoval se despliega progresivamente en escenas que nos ofrecen desde las imágenes más abstractas hasta lo real de un cuerpo desaparecido, mostrándonos el recuerdo del horror, lo poético del territorio y la persistencia de quienes ya no están.

Iniciando con su primera escena, nos encontramos con tres figuras femeninas —la mujer árbol, la mujer noche y la mujer tierra— quienes anclan la escena en una mitología natural y ancestral.

Acompañadas por una música que brota desde fuera de campo, sus movimientos y los sonidos invocan un universo simbólico, y aquí, en este primer bosquejo, podremos empezar a leer el vínculo que se pactará más tarde entre el río y el cuerpo.




Muchos estímulos sensoriales ofrecidos en esta instancia generan un ambiente de ensoñación entre el espectador y la historia, insertando varios códigos escénicos a la vez, para que empecemos a introducirnos en el sinfín de herramientas que se verán en la puesta.





El segundo acto introduce la palabra. Una historia irrumpe, le da forma al recuerdo. Una madre juega con su hija a orillas del Río de la Plata. Sabemos, gracias a una proyección, que esa madre busca a otra hija desaparecida.

El código simbólico comienza a transformarse y empieza a volverse más real, como si por un momento la sensación del sueño empezara a desaparecer. La imagen se vuelve profundamente conmovedora cuando se representa el hallazgo del cuerpo de una mujer en las costas de Uruguay.

El cuerpo, cubierto con papeles de diario y tocado con un autito de policía, vuelve a insistir en esa brutal tensión entre lo cotidiano y lo siniestro. La escena nos atraviesa con la imagen de una infancia rota y es inevitable sentir cómo la piel se eriza en cada cuerpo presente.





Pero aun en ese dolor, la obra no se cierra en la tragedia. Una lectura poética durante una escena coral en la playa rompe con el frío y la angustia de la imagen anterior, trayéndonos una sutil pero cálida coreografía que abre una nueva capa para dar lugar a la reconstrucción. Mirar al río, el poema que da nombre al libro leído en escena se transforma en gesto colectivo, y sus performers mueven con suavidad una secuencia que acompaña verso a verso.



mirar al rio



El encuentro con el dolor, en este pequeño instante, se vuelve abrazo y compañía, y desde afuera podemos sentir cómo la herida puede transformarse. La utilización de recursos mínimos y de un movimiento suave pero constante nos calma y devuelve la respiración. En el tercer acto, la historia vuelve a desestabilizarnos. Aparece un militar que impone una coreografía, una obediencia. Les intérpretes bailan con muñecos, tocan violines, se mueven bajo la lógica del absurdo y del poder. Entonces, una figura emerge: una mujer con pañuelo blanco, una madre, ingresa a escena cambiando la temperatura del ambiente. No dice nada, pero toca una melodía tenue en un pequeño xilofón, y lo que hace segundos parecía hostil y frívolo se convierte en la suavidad de un abrazo. Entonces, este instante nos deja habitar en esa memoria que atraviesa sin interrumpir. La escena continúa y vuelve la imagen del circo con su alegría forzada, para darle comienzo al final de esta historia. El caos que vemos en el escenario deviene en una manifestación ruidosa pero justa. Hasta que alguien, desde una esquina, rompe el bullicio y dice: "Mirar al río me calma, porque sus aguas no olvidan.


En Mirar al río hay imágenes, símbolos y cuerpos que dicen sin hablar, abrazando lo poético como forma de resistencia. El uso de la multiplicidad de lenguajes escénicos —el cuerpo, la palabra, la música, el objeto, la imagen— no es un recurso efectista, sino una elección ética y estética: cada lenguaje dice lo que el otro no puede. Tanto en los momentos de confusión como en los de claridad, podemos apreciar lo complejo que es habitar una memoria que duele.


La dirección de Tatiana Sandoval conjuga una lectura sensible pero crítica de una temática que ya tiene cuerpo por fuera de lo escénico. Narrar creativamente un fragmento de esta índole no es simple, y sin hacer caso omiso de eso, su mirada orquesta entre el caos y la ternura una obra que mueve al espectador por todos los rincones y por todas las emociones, haciendo del río un espejo para la historia. Esta pieza es, en definitiva, un acto de cuidado: hacia la historia, hacia los cuerpos, hacia la memoria colectiva. Una invitación a no olvidar, aunque duela, convirtiendo al escenario en un dispositivo de fortaleza




MIRAR AL RÍO. Dramaturgia y dirección escénica: Tatiana Sandoval. Composición y dirección musical: Cecilia Candia. Diseño de visuales y multimedia: Gabriela Baldoni. Elenco: Bárbara García Di Yorio, Josefina Sabaté y Baudron, Estefanía Amoruso, Gabriela Baldoni, Diego Núñez y Leonardo Volpedo. Diseño de iluminación: Adrián Grimozzi. Diseño de vestuario: Fiamma Greco, Lucía Mezzera. Arte: Gabriela Baldoni, Bárbara Di Yorio y Tatiana Sandoval. Asistencia de dirección: Romina Giselle Asat. Foto: Patricia Ackerman. Diseño gráfico: Laura Oholeguy. Prensa: Correydileprensa. Producción: Compañía Cuerpoequipaje


Función: 3 de mayo.





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