Arte, sexualidad y muerte. Desde mayo a junio allá vamos. Un cuerpo que escribe en diálogo con algunas obras de la cartelera porteña.
- Jezabel Amin
- 10 may
- 8 Min. de lectura
(Habitación Macbeth, Edipo en Ezeiza, Ruin, Ruedos de un payaso, Ruedos de un payaso, Colosa, Herminia y los patos, Entre Paréntesis, Nada es gratis)
Este 2025 incorporé la práctica de poner una palabra al iniciar el mes en mi diario de notas. Al final del mes escribo otra, una que me resuena con lo que terminaron siendo los días, más allá de mi voluntad. Descubrí que no es fácil domesticarme, me invento mecanismos para tratar de ayudarme a mantener cierta línea narrativa y no olvidar la brújula. Muchas veces funciona, otras no. Pero ya el acto de creer que puedo ser autora de una partecita muy pequeña de la composición sobre lo real me hace bien. Hace la diferencia. Los cuentos que nos hacemos sobre las cosas importan y el lenguaje siempre es con alguien más. Necesito mezclar mi lengua con otras para saber que existo.
Abril lo inicié pensando en “amor”. Cansada de los abrazos de papel, revisé mi postura a la hora de seducir.
Quiero intentar hacer un hilo entre las prácticas artísticas y la posibilidad de seguir viviendo y necesito compartir los trazos con alguien más. Por eso escribo, para no perderme del todo. ¿Quién lee del otro lado?
A vos queridx lector te digo: no es lo mismo si por la mañana podés darte unos minutos de escucha del cuerpo, si podés bailar alguna canción, si te das lugar de conectar con la manera en que estás respirando. Date tiempo. ¿Cómo despertás? ¿Cómo querés despertar? ¿Cuáles son las narrativas de tu cuerpo? El cuerpo, los cuerpos cotidianos sí, también queremos descansar, escuchar canciones, bailar, jugar. Y justamente porque el mundo está en guerra, agradecer, luchar, cuidar la vida. En las salas de danza, teatro y más allá.
Confiemos en lo que puede enseñarnos la escucha de un silencio reparador. ¿Sabés escucharte? Tomate unos minutos para observar cómo estás, conectá con tu peso, con tu lugar concreto en el espacio. Antes de ir a corregirte, antes de imponerte una imagen sensorial de cómo tendrías que estar, ¿cómo estás? ¿Cómo estás respirando? ¿Sos vos quien decide el diálogo con tu cuerpo?
A vos queridx lectorx te digo: no es lo mismo poder atender la manera en que pensás y tomar la decisión de dirigir tu atención hacia lo vital, que dejar sueltos los ríos de la conciencia. No es lo mismo. Y lo escribo con mucha angustia también, porque a veces ponerse en el lugar de querer defender la alegría y los procedimientos que tejen hilos de vitalidad en un mundo hostil, es difícil. Si hablo sola no tiene sentido. Por eso, estos meses compartidos en el Taller de Montaje de Teatro Físico que coordinamos con Matías Bassi me hicieron tan bien. Espero haber hecho bien a alguien más que “yo”.
¿Será que podemos danzar cada cual algún relato que nos sirva para seguir viviendo? ¿Cómo es mover imaginaciones para cuidar la continuidad? ¿Para darnos esperanza? ¿Por qué a veces vincularse es tanto lío? ¿Funciona la armonía, la dilatación de la atención, la entrega sólo en las salas de ensayo? ¡Diganme que no por favor! ¡Alguien que aparezca, me sacuda, me cuente que estamos todos en una película y que es mentira que hay tanto hambre y maltrato! El diálogo con las obras me habla de otros mundos posibles.
Es mayo, mi palabra ahora es trabajo (eso también es amor). Pienso la poca certeza que tengo de cómo va a seguir el mes. Un pedazo de mi realidad se cae y la memoria con la incertidumbre con la que cerré abril me acompaña. ¿Cómo me rescato? ¿Qué obra vamos a ver? ¿La expresión máxima de la vida sólo tiene permisos en las salas de ensayo y los escenarios?
Te invito a jugar con palabras. A usarlas a favor de la vida. ¿Qué escena querés vivir?, escuché esa pregunta de una maestra muy querida y la repito por ahí con quienes me regalan esperanza. Que los sistemas que nos armamos para organizar la vida en una sala sirvan para gestar felicidad más allá de la sala. ¡Coherencia! Que el poder de transformación de los cuerpos se comparta. Si podemos organizarnos para compartir un espacio y ser cada unx en su singularidad y también estar entramado en algo más grande que un “yo”, si podemos bailar teatro, tal vez podemos...
Lo que veo, es lo que todos ya sabemos, pero que no parece ser suficiente. Veo que aprendemos con, a través, en, desde, estando con, jugando con otrxs, para, por, desde otrx. Y la grupalidad viene con tensiones, conflictos que operan en un tiempo, otros conflictos virtuales latentes, proyecciones cruzadas que tal vez gatillan películas inapropiadas y deforman lo presente. Lo colectivo no es un paraíso. Pero si hay deseos comunes, algo se entrama y las inteligencias despliegan su mejor versión. Somos ambientantes, como escuché decir a Eugenia Estévez, somos en vínculo. Somos unidad psicofísica y la vida es en diálogo. ¡Cuidemos la vida!

Los cuentos que nos contamos sobre las cosas importan, queridx viajerx, queridx lector, cuidá tu narrativa. No dejes de creer en la magia racional de proponerte estar abiertx, atentx, dispuestx. No dejes de creer en vos, ni en otrx. Eso es amor.
Volvamos al juego con las palabras. Cada vez que entro en diálogo con ciertos textos pasan cosas. Comparto una anécdota. Uno de mis escritos que volví a retomar hace poco se titula Los pájaros también mueren, del libro en el que trabajo desde el 2009 y que quiero hacerlo obra de teatro pero que nunca termina de dejar mi piel. Estábamos en reunión de equipo (la milicia secreta de salvación sigue operando en la clandestinidad), pensando en las ilustraciones del libro, cuando Diego, artista visual y gran amigo, sale a pasear con mi perro. Y mi cuádrupedo más querido se decidió a comer un cadáver de pájaro. Ayer gorrión, hoy silencio. La ficción y lo real en eterna conversación. La belleza está en decadencia, pero está Ruin en el Galpón de Guevara todavía. ¡Hay esperanzas todavía!
Entonces volví a entender por qué no puedo volcar mi planificación de proyecto creativo en una tabla de excel (aunque tal vez lo logre algún día). Entendí por qué no quiero que me metan en un formato observacional, porque no quiero que sólo sean metas las que organizan la energía de mis pasos. Lo real tiene múltiples dimensiones, no le quiero poner una tapa, ni que su definición ni mi definición pasen siempre por la anticipación. ¡No lo hagas vos pajarito!
Tengo otras anécdotas de accidentes, ruedas voladoras, mujeres encendidas. Rechacé muchos amantes por quedarme a jugar con las hojas en blanco. Con la lejanía escribo un montón. ¿Cómo habrá sido para Alejandra Pizarnik? A veces creo que si ella hubiera bailado… hay muchos escritores suicidas, no es que escribir salva, ni bailar, ni siquiera el teatro. El qué y el cómo, danzando juntos. ¡Cuidar la vida!
Si Alejandra, Alfonsina hubiesen bailado tal vez… ¿Dónde te sentís libre? ¿Cuántas veces podés vivir la muerte de un deseo y seguir en movimiento? A veces sólo quiero vivir atenta al vuelo de los pájaros. Amanece y están cantando, esto es realidad, no es poesía. Tengo casi 40 años y todavía juego. ¿Alguien quiere jugar conmigo? A quien me dejó entrar en su espejo, le escribo: no me alcanzan los abrazos de papel, ni hablar del galope manso y violento para encender la lámpara.
¿Tendría que dejar de validar mi existencia y palabras en relación a lo masculino? Es que no es el pájaro, es lo que evoca. ¿Cómo componemos placer? ¿Desde qué imágenes? El recuerdo de María Kumichel bailando sigue alimentando los latidos de mi curiosidad.
Pienso en Luis Gruss, Pompeyo Audivert, Fagner Pavan, Antonin Artaud, Agustín Soler. Hombres bellos, talentosos. Me gusta enamorarme de lxs artistas, de los maestros. Ir a las hojas y escribir con las ganas de mi sexo. Tal vez en esa tensión de energías, se juega el misterio más hondo por penetrar o tal vez tenga que dejar de ponerlos en primer lugar, no sé. Me gustaría enamorarme fuera de las ficciones y las fantasías, aunque tenga miedo de desaparecer. Me siento Herminia sin patos. Jeza tiene hojas.

Claramente el amor no sólo se manifiesta en ese tipo de vínculo (ni en ese tipo).
Tal vez el cuento del espejo, tal vez el cuento del amor de la vida, ¿cómo son los cuentos de tu cuerpo? “Yo” creo que voy a empezar a deshacerme de algunos de los que creí fundantes de mi identidad. Estoy harta de ser la enamorada que nada entre las hojas. Dolores legítimos, dolores legítimos, dolores legítimos. Estamos en guerra también. No olvido eso, aun militando la semisupina alexandrina y la consciencia de la carne respirante y respirada.
Volvamos al principio. Les contaba, la palabra elegida en abril fue “amor” y terminé con “incertidumbre”. No llegó el beso soñado, pero sí pude compartir momentos verdaderos, hacer nuevos recuerdos y saber que el vuelo continúa aún sin nido. Compartir comida es un ritual, el teatro, la milonga, bailar sola, bailar con otrxs. ¿Por qué nos gusta hacer categorías para pensar los códigos que rigen ciertas prácticas y nos cuesta ver lo que hay de común? Lo obvio, lo obvio, lo obvio, a veces es tan difícil de ver. Acá inscribo inspirada por palabras de Eugenia Estévez. Siempre escribo a través de lo que me llega de alguien más, porque juego a no existir, a no tener fondo, como me dijo Hernán Franco.
A veces ando como un vacío, afectada y afectante. Tengo miedo de no poder generar dinero para comer, tengo cuentas que pagar y nunca llego, pero me las ingenio para vivir teatro, para ver, para bailar, para reírme conmigo y seguir rezando por los pájaros perdidos. Tal vez no quiero tirar una piedra en el espejo, tal vez quiero pasar la lengua y romper la narrativa tibia de los cuerpos.

Sigo la invitación de Ludmila, creadora de @cabaret.naif y voy a @cabaret.exp, para cambiar el humor de mi piel de papel y celebrar a las que se animan a desplegar la sexualidad en libertad. Jamás la derecha se va a hacer dueña de esa palabra. La libertad goza, abraza, abre, ríe, canta. Hay guerras, entonces cabaret. ¡Más orgasmos en el mundo!
Tal vez no es sólo con los hombres lejanos que puedo acariciarme. ¿Cuántos cuerpos podrían pasar sobre mí sin que pierda la imagen que identifico como “yo”? Tal vez sólo quiero caer en uno. ¡Yo soy el pozo!
Escribo de madrugada, cargada de nuevas imaginaciones. A veces quiero vivir todo el tiempo del otro lado de las hojas… y luego recuerdo que esto de inventar palabras muros, palabras puentes, situaciones fantásticas, géneros, es parte de una manera y quizás pueden existir otras de relacionarme con lo real. Otras formas de relacionarnos. Casi todo a favor de la vida. Reviso zonas de apoyo, el equilibrio, el desequilibrio. El proceso de composición de cuerpo es lo que me mantiene deseante. Tengo sed. Necesito ver obras para pensar, necesito alianzas para hacer obra. No puedo viajar sola.
Teatro, danza, escritura para ser “yo” otra. Para volver a jugar con palabras creyendo en ellas, necesito escuchar un silencio. Ojalá puedas darte tiempo para el descanso y el placer, queridx lector. ¡Que sea un buen mes para vos!
Gracias Revista Mariné por dar espacio a una voz que pretende pertenecer, vivir, alentarse y alentar. Voy a investigar mi sexualidad en diálogo con la cartelera porteña este mes, en diálogo con los espacios de entrenamiento y formación. Espero llegar al frío mes de junio, caliente. Bien caliente.
El mundo está en riesgo. Entonces, ¿cómo seguir viviendo? Mejor voy a ver Entre Paréntesis otra vez, Nada es gratis. Entonces, @galponface, entonces danza, teatro, escenarios bajos y altos. Entonces Ruin, entonces Pompeyo, Agustín Soler, tangos y tangas en @cabaret.exp. Entonces, Hernán Franco, Silvio Lang, Eugenia Estévez, Marina Giancaspro, Natalia Pezzi, Mer Sevares, Diego Ricardo Álvarez, Ludmila Fincic, Betiana Charny. Voces que me saben tocar.
¿Amor sin nido? El vuelo continúa.
Sigo a Fagner Pavan siguiendo a Santiago Loza en un texto suyo trabajamos en las clases del Galpón F.A.C.E. donde dice y digo, “soy la fuerza que te invoca”.
Amanece ahora, sigo camino queriendo que me escriban palabras en el cuerpo. Pero mi corazón lubricado también necesita comer, no solo transmutar. Si estas palabras te llegan, podés hacer una retribución a mi alias: abrazo.danza.tango
La carne soñadora desea hacer un buen balance del mes, ¡allá vamos!
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