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Cuerpo fuera de sí: crónica de una experiencia BALI.

Actualizado: 29 jul

Por Mariné Amestoy



El tiempo verdadero, el tiempo vivido, es aquel que se experimenta en el interior del ser.

— Henri Bergson, La evolución creadora (1907).


Fui a ver Juego del Tiempo, de Margarita Bali, bajo la dirección del gran Gerardo Litvak, y salí carne viva. No se trata solo de una obra; es un tránsito, una experiencia liminar, un archivo que se cuenta y, al mismo tiempo, se transforma. Son imágenes que rompen la linealidad, cuerpos que actúan y se proyectan, voces que provienen de un tiempo otro, de múltiples edades a la vez.

Como escribe Victoria Pérez Royo en Cuerpos fuera de sí, esos desplazamientos temporales “constituyen un aspecto central de la corporalidad; nuestro ser-cuerpo está determinado por todos estos viajes: hacia dentro y hacia fuera, hacia otros y en otros, que determinan nuestros modos de producir un cuerpo común”. En Juego del Tiempo experimenté esos viajes en cada fibra: el cuerpo que se moviliza fuera de sí, abriendo territorios compartidos con otros cuerpos —los de la escena, los del archivo, los invisibles que resurgen desde el pasado— y convirtiéndose en un territorio vivo, potente y accesible.




Juego del tiempo
PH: Prensa TNC. Edit: Mariné

Juego del Tiempo no se deja contar. No se deja traducir. Es cuerpo. Es archivo que respira. Es historia que se activa, que se vuelve escena, presente, partitura. Y nosotres ahí, viéndola, sí. Pero también viviéndola. Participando sin participar. Expectantes y, a la vez, implicades. Como si mirar también fuera una forma de construir. Y entonces, algo se suspende. El tiempo se vuelve otra cosa. La emoción, también. Quise llorar, sí. Pero también reír. Y al mismo tiempo quedarme ahí, suspendida, sin volver. Porque algo de ese mundo —el Bali de la memoria, de la resistencia, del gesto insistente— me hacía recordar que hay formas de decir que no se pronuncian, pero se despliegan.

Desde un enfoque semiótico, la obra desplaza al cuerpo espectador de su posición habitual. Aquí, el cuerpo en escena no representa: significa en su hacer. Cada gesto deviene signo, pero no unívoco, sino polifónico. Las capas visuales, sonoras y corporales funcionan como una red semiótica viva que interpela directamente al cuerpo expectante. El archivo, lejos de presentarse como testimonio cerrado, se activa como significante abierto. Es actualizado por los cuerpos, resemantizado en tiempo real. La escena se vuelve semiosis en acto: desarma el signo tradicional del cuerpo danzante como objeto de contemplación para volverlo superficie de inscripción, memoria en movimiento, resistencia incorporada.





Juego del tiempo
PH: Alien Garelli. Edit: Mariné

Hay actuación, sí. Hay proyecciones. Hay capas. Memorias. Ráfagas de un tiempo que no es lineal, sino red, eco, acumulación. No todas las obras se observan (claro) . Algunas se atraviesan. Y otras, como esta se precipitan..


Desde el principio supe que algo en mí iba a quebrarse. No porque el Mundo Bali presentara una narrativa traumática o un gesto escandaloso, sino porque su intensidad operaba de otro modo: como eco, como red, como acumulación. Desde la primera imagen, supe que no estaba ante una obra que pudiera “ver” desde la distancia. Estaba dentro. Y, más aún: era parte.

La experiencia fue sensorial, física, afectiva. Había danza, sí, pero no como representación. La danza emergía como impulso desbordado, como necesidad vital. Como una energía que se rehúsa a quedar fijada en el pasado, que se vuelve presente una y otra vez, que se activa en los cuerpos que la ponen en circulación. Ese presente no lineal me atravesó como ráfaga: me trajo memorias que no sabía que tenía, imágenes sin lenguaje, residuos afectivos que se colaban en el cuerpo sin permiso.

Me quedé quieta en la butaca, pero adentro todo se movía.


Pienso ahora en lo que propone Victoria Pérez Royo cuando habla de un cuerpo fuera de sí: un cuerpo que deja de funcionar según lo esperado, que deja de regirse por coordenadas disciplinares ni representacionales, sino que se desajusta, se deja afectar por exceso; un cuerpo que no domina, sino que es atravesado —aunque no de forma pasiva— por aquello que lo convoca (Pérez Royo, 2022).


Hay en esta obra una conciencia tan radical de su propia fuerza que no permite la distancia. No hay espectadores, hay cuerpos testigos. Cuerpos expuestos, incluso cuando permanecen inmóviles. Y que a veces, como ahora, lo más político es dejarse afectar.

(primer final)

Update 17 de Julio: Escribo esto porque no puedo callarlo. Porque todavía me atraviesa. Porque creo que hay obras que nos modifican la piel.

Juego del Tiempo me arrancó una capa. Me la arrancó con suavidad, con belleza, con precisión quirúrgica. Me devolvió a un cuerpo más poroso. Más disponible. Más abierto a lo que no entiendo. Más dispuesto a mirar, a sentir, a estar.

Y escribo, sí, pero con las manos que (me) tiemblan. Con el deseo de no olvidarme de lo que ahí pasó. De lo que pasó en mí.

Porque Juego del Tiempo no se queda en la escena: se imprime en los huesos. Me obliga a recordar que el cuerpo no es solo lo que tengo, sino lo que hago con lo que me atraviesa; preguntándome si alguna vez fui tan espectadora como en esa obra donde (casi) no podía mirar con distancia. Me deja sabiendo que hay escenas que no se ven: se viven. Se heredan. Se transforman.

Y que tal vez de eso se trate: de dejar que el archivo nos habite, que las imágenes nos reorganicen los sentidos, de permitir que el tiempo no sea una línea, sino intersticio por donde se filtra la memoria. De asumir, como dice Victoria Pérez Royo, que “el cuerpo no es unidad sino frontera”: un borde que se moviliza cuando se toca.

Salí con una capa menos, sí. Pero también con algo nuevo: una forma distinta de estar en mí. De escribir. De habitar lo que no sé nombrar.

Porque hay obras que no se terminan cuando se apagan las luces. Y Juego del Tiempo es una de esas.

Sigue.

Adentro.

Todavía.


JUEGO DEL TIEMPO. Idea: Gerardo Litvak

Intérprete: Margarita Bali

Vestuario: Mónica Toschi Escenografía: Graciela Galán 

Diseño sonoro y música: Gabriel Gendin

Máscaras: Eugenia Bekeris Video: Margarita Bali

Audiovisuales y asistencia técnica: Agustina Piñeiro

Iluminación: Eli Sirlin

Asistencia coreográfica: Carla Rímola Producción: Equipo JDT

Coreografía: Margarita Bali

Dirección: Margarita Bali y Gerardo Litvak

Galpón de Guevara: Sábados 20 hs.



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