De lo Real a lo Fantasmático: La Larga Noche de Voracidad
- Marina Julieta Amestoy (Mariné)

- 6 ago
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 24 sept
La tragedia no está en los hechos, sino en el modo en que se perciben. –
Harold Pinter
Voracidad. Julian Smud Actúan: Facundo Cardosi, Yara Ribas Escenografía: Raúl Antonio Fernández
Iluminación: Raúl Antonio Fernández Música original: Pablo Casals Fotografía: Matías Stella
Asistencia de dirección: Cintia Zaraik Goulu Prensa: Prensópolis Producción: Marika Semprini
Dirección: Julian Smud Agradecimientos: Eugenia Bekeris, Bautista Gabriel Maranzana, Ariel Haal, Martín Marcou, Paula Marrón, Mercedes Mendez, Diego Quiroz, Mariano Saba, Lucía Smud Rosenfeld
Duración: 65 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos
Teatro Espacio Polonia, Fitz Roy 1474. Función 2/8, 20 hs.

En Voracidad, Julián Smud articula un universo escénico que desestabiliza las fronteras entre lo real y lo imaginario, proponiendo una compleja red de relaciones familiares que se devoran a sí mismas. La obra se construye sobre un desplazamiento semiótico, donde la representación de los personajes y sus deseos se aleja de lo narrativo explícito, abriendo un espacio de significación difusa y desgarrada. Así, lo fantasmático no solo acecha, sino que se materializa, desbordando los límites de lo simbólico y lo físico, llevando la tensión psicológica al límite.
En el corazón de la dramaturgia, Smud no se limita a contar una historia, sino que transforma el espacio en un campo de lucha semiótica. Utilizando imágenes que resuenan con la tradición del teatro del absurdo, la obra abre una reflexión sobre el vacío y la insatisfacción humana, temas recurrentes en la obra de autores como Harold Pinter y Sarah Kane.
Al igual que en las obras de estos dramaturgos, en Voracidad el diálogo no es meramente un medio para transmitir información; se convierte en un vehículo para exponer las tensas interacciones entre los personajes, donde lo implícito pesa tanto como lo explícito. El silencio y la palabra fragmentada operan como mecanismos retóricos que desintegran el discurso y reflejan la incertidumbre existencial de los personajes.

La puesta en escena
Uno de los logros más destacados de Voracidad es su puesta en escena. Aunque la escenografía no recurre a grandes elementos fastuosos, el dispositivo escénico transmite de manera precisa lo que debe ser transmitido. Los elementos disponibles se emplean con destreza para potenciar la carga emocional y simbólica de la obra. El espacio escénico, cuidadosamente diseñado, se convierte en un reflejo de la fragmentación emocional de los personajes. La escenografía, aunque austera, intensifica la atmósfera de tensión, funcionando como un símbolo del vacío que habita en los personajes. La iluminación y el uso del sonido amplifican esta tensión, generando una atmósfera donde lo intangible se vuelve palpable.
Destacada labor actoral
La intensidad de Voracidad no podría existir sin la impresionante labor de Facundo Cardosi y Yara Ribas, cuya actuación transita por los límites de la angustia y la contención, evocando el tratamiento físico y emocional que Samuel Beckett otorgaba a sus personajes. Aquí, el silencio y la expresión mínima poseen una carga emocional tan fuerte como las palabras mismas. Ambos actores construyen una dinámica compleja, donde el vacío, la tensión y la espera se convierten en elementos activos que permiten que cada movimiento se convierta en una manifestación profunda del deseo y la frustración.
La gestualidad, casi paródica, presenta a los personajes no solo enfrentándose al vacío, sino sumidos en el silencio y el abismo emocional, territorios que, lejos de ser meras sombras, se transforman en su única realidad, un espacio donde la ausencia se convierte en su forma de existir. La forma en que transitan del silencio a la palabra es un ejercicio de control emocional que amplifica la atmósfera de tensión, elevando la experiencia espectatorial a una intensidad extraordinaria. La presencia física de ambos actores, cuyas voces y movimientos se entrelazan en un juego de sombras y luces, eleva Voracidad a una exploración emocional y psicológica de una intensidad desgarradora, profundizando en los lazos familiares que, lejos de nutrir, se devoran entre sí.
Lo fantasmático: entre el deseo y el miedo
Este encuentro entre el deseo y el miedo, entre lo que se muestra y lo que permanece oculto, evoca lo fantasmático tal como lo conciben Lacan y Freud. En este contexto, lo fantasmático no es solo una representación del pasado, sino una presencia persistente que marca el presente de los personajes, una herida abierta que sigue actuando sobre ellos. Los gemelos, atrapados en la dualidad de ser y no ser, se convierten en reflejos de esta constante lucha interna, donde cada palabra y cada gesto es un intento por resolver lo irreconciliable.
La obra demuestra que los verdaderos espectros no son los que se ven, sino aquellos que nos definen: lo no resuelto que nos devora, como una sombra que nunca se aleja, sino que nos persigue, acechando nuestra existencia, en una sucesión de tropos que estructuran nuestra realidad.

PH: Matías Stella. Edit.: Mariné
Y aquí, en la esquina de la boca, se amontonan las palabras, los gritos que (no) se hicieron carne, las verdades que nunca respiraron por temor a ser expuestas, por miedo a la luz.
Por miedo a la sombra. Por miedo.
Mariné
2025
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