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Mariné Amestoy

Ce n’est pas un deux par quatre: Sobre Noestango


 

(…) Esa ráfaga, el tango, esa diablura,

los atareados años desafía;

hecho de polvo y tiempo, el hombre dura

menos que la liviana melodía,

que solo es tiempo.

El Tango crea un turbio

pasado irreal que de algún modo es cierto,

el recuerdo imposible de haber muerto

peleando, en una esquina del suburbio.


Jorge Luis Borges, El otro el mismo


 




 

Dice la RAE: “El tango es un género musical y baile rioplatense, popular en el ámbito urbano de Argentina y Uruguay. Su forma musical es binaria (tema y estribillo) y tiene compás de dos por cuatro.”


Entonces podríamos hablar de género musical, de baile o danza, de geolocalización, de compás y formas binarias pero no. Elegiremos hablar de lo que no es, o lo que podría haber sido, o lo que fue, o (¿por qué no?) de todo eso...Junto.

El tango es una insignia, una divisa que nos representa en la (precisa) coyuntura de nuestra salvaje identidad porteña anque rioplatense, anque y otrora arrabalera. Hay un mundo carne-tango que se pliega y entre(re)pliega en la geometría de su escucha y movimientos en donde las interacciones dadas en la obra afinan la sensibilidad de músicos y bailarines, transformando la escena en un territorio en el que todo pareciera danzar alrededor de cuantiosas melodías, copiosos pentagramas, brazos, manos, pies y piernas.


 



 


Noestango es un decálogo contemporáneo, un retro calibrado ajustado y sostenido por años de (infructuosa) investigación. Es una historia y son mil. Es una intención, una señal y una demarcación de época que se presenta como acequia que fluye y va hacia donde la noche con sus colores y rugosidades, pero también hacia un día pringoso y húmedo por la borrasca, lluvia, chubasco y río.



 





Cuerpos que abrazan y son abrazados: ¿y la soledad qué?







(…) Promesas de amor que el tiempo llevó, yo sé que estás muy bien en otros brazos, ya no me hagas caso, yo me vuelvo a caminar, la noche que volves a iluminar.




Fito Páez, Tango (promesas de amor)



 




Rutas posibles. Destinos. Caminos. ¿Qué hay con la palabra en el tango? ¿Qué hay de nosotrxs con ella? La historia que se cuenta en la obra habla en un argot que deberíamos descifrar para entender (aunque no estemos segurxs de esto). No es tango se deja tocar, mirar, se deja ser para que el cuerpo (interpelado, interrogado) adopte formas múltiples, todas ellas, relacionadas a la pregunta, la acción y al impulso que este dúo ejerce sobre el entorno y este, a su vez, sobre unx mismx. ¿Cómo es que se aprende a mirar una danza? ¿Y a tocarla? Es algo orgánico, sí. Es algo animal, montaraz, silvestre. Las danzas que fueron, las que son y vendrán, ¿no son las mismas que hacen a un cuerpo vivir su experiencia en este mundo? Estas, y otras preguntas, nos exceden, sí. Pero la experiencia filosófica es inevitable, y en No es tango, aún más. En esta obra, de indagación profunda sobre la identidad, la danza, la filosofía y la historia, todo escrito le queda chico. Lo afirmamos. Es así. Sin tener que ver para creer. O sí, pero, o en todo caso, para corroborar.



 

Se puede entender el qué, sin abarcar el cómo: palabras finales de No es tango


La poética de esta obra es la pregunta (ya lo dijimos). Es la pregnancia que deja la huella del pasado, pero en verbo presente. Es (el) futuro en construcción. Es alma, corazón y vida, buscando un (¿nuevo?) espacio donde ser dos por cuatro, sin decálogo o con uno que hable de lo que la pospandemia nos dejó. No, Ce n’est pas un deux par quatre, pero que maravilla esta obra de (no) tango es. Para no perdérsela, de verdad.


Mariné Amestoy

 




Yo que jugué a ser sombra

a ser luz en la noche

Y que te soñe lejos

(estando aún cerca)

Y te miré con ojos de Vietnam

(los mismos de hoy y de siempre)

Que bailé para vos, inútilmente,

pero lo volvería a hacer.

Yo digo que esto no es un poema

y que yo no soy yo.


Mariné


 
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Bio

Ella es Mariné o Marina Amestoy, directora y fundadora de Revista Mariné.

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