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Materia Fungible: La Belleza del Desgaste

Por Marina Amestoy


Materia fungible. Coreografía y Dirección general: David Señoran Asistente de dirección: Celina Piorno Tolisso Performers: Lucía Girardi - Julia Sleiman -Sofia Muñoz - Inés Silvestre - Luana García - Melina Ansai - Miranda Basso - Arian Ortellado- Lautaro Cianci - Euclides Perez - Valentin Garro - Alejo Burgos - Gastón Gatti - Nina Lázaro Música original: Juan Barone Diseño de Iluminación: David Seiras

Realización de vestuario: @sarterealizadoras Dramaturgo: Andrés Binetti Asesor teatral: Ariel Osiris

Fotografía: Adrián Arellano-Maura Rossi Diseño gráfico: Euclides Pérez Gestión de redes: MS Producciones Prensa: Prensópolis Duración: 50 minutos

Centro Cultural de la cooperación. Jueves de noviembre a las 20: 30. Función: 14/11


Todo lo que se ve está destinado a desaparecer; lo que se oye, lo que se toca, lo que se huele. No hay nada que permanezca.


— Jean-Paul Sartre, La nausea


La obra Materia Fungible de David Señoran, exhibida en el Centro Cultural de la Cooperación, es una reflexión sobre la transitoriedad de los objetos, el paso del tiempo y la naturaleza efímera de lo corpóreo. La instalación propone una experiencia sensorial y filosófica, desafiando la concepción de lo terrenal y lo duradero, mientras expone las relaciones —y tensiones— entre el arte, el tiempo y la semiótica. En esta pieza, los objetos no solo pierden su forma, sino que se convierten en signos de un proceso inevitable, confrontando al espectador con la fragilidad de todo lo que experimentamos y conocemos.


Desde la perspectiva de Heráclito, quien afirmaba que “Nada es permanente, excepto el cambio”, la obra de Señoran se alinea con una visión del mundo donde todo está en constante transformación. Los materiales que componen Materia Fungible parecen hallarse en un proceso interminable de descomposición, lo cual no los vuelve menos presentes; por el contrario, les otorga una dimensión estética distinta: una belleza que emerge del desgaste. Esta reflexión sobre el cambio constante y la inevitabilidad de la desaparición encuentra una analogía visual en los objetos de la instalación, que evocan la impermanencia de lo físico.


Materia fungible
Gentileza: Prensépolis Edit. Mariné

La semiótica de la obra también ofrece una capa de análisis profundo. Roland Barthes, en su teoría del signo, sostiene que el significado no es fijo, sino que se encuentra sujeto a la interpretación, al contexto y al tiempo. En Materia Fungible, los objetos se convierten en signos que no solo comunican una idea, sino que también exhiben y simbolizan su propia descomposición. Así como Barthes reflexiona sobre la fugacidad de las imágenes y los significados, la obra de Señoran transforma aquello que parecía sólido en un símbolo sometido a un constante ajuste y variación. Lo que ayer tuvo un significado claro, mañana puede desvanecerse o mutar, evidenciando la naturaleza vaporosa —y siempre inestable— de la interpretación y del signo mismo.


Materia fungible
PH: Adrián Arellano, Maura Rossi-Edit.: Mariné

A través de su interacción con el espacio, Materia Fungible pone en cuestión la relación entre lo efímero y lo perdurable. Michel Foucault, en Las palabras y las cosas, reflexionaba sobre cómo los sistemas de conocimiento y las estructuras sociales son tan transitorios como los objetos materiales. Si los signos están sujetos a mutaciones y (re)ajustes constantes, los objetos en esta instalación funcionan como metáforas visuales de esa misma fragilidad tanto al mundo de la Idea como al de la Sustancia, en un sentido cercano a las categorías filosóficas clásicas. La obra de Señoran no solo reflexiona sobre lo que perdemos al atravesar el tiempo, sino también sobre cómo lo que se pierde nunca deja de estar presente, ya sea en la memoria, en la forma transformada o en el signo que queda (por) detrás.

Materia Fungible
PH: Adrián Arellano, Maura Rossi-Edit.: Mariné

La poética de Materia Fungible también se desarrolla desde la noción de lo efímero y la transgresión de los límites de la materialidad. Giorgio Agamben, en su reflexión sobre la profanación, sugiere que el arte tiene el poder de devolver a lo perdido una nueva forma de existencia. En este sentido, la obra de Señoran no solo se dedica a mostrar lo que se destruye, sino que celebra lo que se convierte, lo que ya no es, pero que aún tiene una presencia. La transformación del objeto, su descomposición visible, genera una nueva relación entre el espectador y lo representado, permitiendo una experiencia estética que trasciende la mera observación de lo físico. Cada fragmento descompuesto parece un recordatorio de lo que está por venir, de la ineludible transición hacia lo incierto.



La obra también plantea preguntas sobre el significado de lo que se desvanece y lo que permanece. Al igual que los objetos de la instalación, nuestra relación con el tiempo, la memoria y el olvido se ve puesta a prueba. Señoran confronta al espectador con la paradoja de que, a medida que los objetos pierden su forma y su materia, se vuelven más significativos. Lo que se pierde no es solo aquello que deja de existir, sino también lo que continúa resonando en nuestra percepción, en nuestra forma de mirar y de recordar.


En Materia Fungible, los elementos en descomposición no solo revelan lo que hemos perdido, sino también lo que se produce en ese mismo proceso de desgaste. La instalación propone una reflexión sobre el valor de lo transitorio, de lo que se descompone y de lo que se reinventa. En ese tránsito —en eso que ya no es del todo, pero tampoco ha desaparecido— surge una nueva forma de percepción estética que, al igual que los signos de Barthes o las mutaciones de Foucault, recuerda que todo está en constante cambio, aunque en ese cambio siempre haya algo que perdura, queda o insiste.



Materia fungible
PH: Adrián Arellano, Maura Rossi

Materia Fungible reubica la pregunta por la permanencia en el terreno de la interpretación. En la obra de Señoran, los objetos no son lo que fueron ni lo que serán: funcionan como signos abiertos cuya lectura se desplaza con el tiempo. De allí que su potencia no radique en lo material que se desvanece, sino en la capacidad de producir sentido aun en su desintegración. La instalación confirma que, como señalan Barthes y Foucault, no existe forma que permanezca intacta, pero sí procesos de significado que continúan des-plegando y re-plegando(se).


Por la precisión conceptual de su dispositivo y la sutileza con que pone en crisis la noción de permanencia, Materia Fungible se vuelve una pieza relevante dentro del panorama actual. No se trata solo de una instalación para ver, sino de una obra para pensar —una de esas intervenciones que dejan una huella más duradera que la que la compone —.

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