La violencia de un lugar extraño. Sobre La noche (2024 [2021]) de Alberto Muñoz.

Matías Mansilla
hace 20 horas
3 Min. de lectura

-Matías Mansilla

Alberto Muñoz es poeta, dramaturgo, guionista y escritor de cuentos y novelas. Con una carrera extensísima, publicó obras como Terra balestra (1985), También los jabalíes enloquecen (1998), La luz contra el centeno (2013), Obras sanitarias (2022), entre muchas otras. La noche es una compilación de relatos entrelazados que puede considerarse una novela corta.

La noche — Alberto Muñoz, autor de *La Noche.* Edit.: Mariné

El libro empieza con una pregunta, pero no es una pregunta que esté escrita. Al contrario, es una pregunta que uno se hace ni bien comienza a leer: ¿qué es esto? Concretamente, ¿qué es La noche? Esta incógnita nos envuelve, nos conquista y nos lleva a un lugar al que solo podemos entrar de turistas. Ya desde el prólogo se nos anuncia que “todo es teatral”. Y es que la teatralidad de las imágenes aparece en cada relato del libro, como si los personajes entraran y saliesen del escenario, hablando fuerte y haciendo gala de su expresividad. Con este rasgo, sumado a un estilo sintético y brutal, la novela se convierte en algo cautivante que casi exige leerse de corrido. En La noche, Muñoz delimita un territorio en donde ocurren calamidades: la isla. A lo largo de los diferentes relatos, vamos a recorrer distintas partes de la isla y a conocer las vidas de algunos de sus lugareños. Desde personajes marchitos como Helena, condenados como el luchador de catch Bella Vista y héroes asesinados como el Loco Marengo, hasta gente maligna como Faustino, viejitos nostálgicos como El Alemán y personas de una gracia extraña como Victoria. Cada isleño es testigo o protagonista de alguna desdicha.

La tierra de este libro también tiene sus objetos sagrados –desde pianos hasta frascos de veneno– y sus bichos propios, como el carpincho eléctrico, la abeja negra productora de “miel maligna” o el pez torpedo portador de un veneno ácido y letal. Todos los elementos movilizan una historia que es contada entre partes desordenadas: relatos que ocurren en el pasado y resuenan en los que ocurren en el presente, personajes que reaparecen después de varias páginas y acciones con consecuencias inesperadas. Se trata de momentos que van armando una historia en común, la historia de aquella isla en donde se funde lo real con lo fantástico. La lectura, obliga a mantener el ojo atento para descubrir parentescos, atar cabos y seguir las tramas que tarde o temprano se juntan. Y si se juntan, es porque existen hilos conductores, uno de los más importantes del libro es la brutalidad. A lo largo de todos los relatos hay un rasgo de brutalidad que persiste en las tareas, en las tensiones, en los hechos y en las violencias. Una suerte de animalidad que tiñe los enfrentamientos, las relaciones y hasta las tensiones sexuales entre los personajes. Todo esto hace de la isla que fabrica Muñoz un lugar salvaje y loco. Después, es posible encontrar una veta de romanticismo en alguna historia que involucre gente enamoradiza o abnegada. Pero es un romanticismo particular que deberá ser juzgado por el lector, para definir si se trata de una flor que crece en la isla o si acaso es una dimensión más de la locura. La noche, entonces, es un paseo por un lugar extraño que tiene su propia historia y su propia mística. Una realidad más allá de lo real. Así, cuando se llega a la última página y el paseo termina, uno ya va ensayando una respuesta a la pregunta del principio: ¿qué es La noche? Hay un habitante de la isla al que llaman La Noche.

Una especie de ángel que trabaja en la draga, amigo del luchador Bella Vista y portador de una valija llena de fotos y cartas que se encontró por ahí. Para La Noche, esa valija es la pertenencia más preciada porque, a través de su contenido, puede armarse un modo de entender el mundo, de comunicarse con otros y de desear algo para el futuro. Es un buen personaje, sin embargo, la isla está plagada de engaños y peligros. Sus habitantes se han forjado al calor de esa naturaleza. La cantidad de calamidades y la brutalidad de la existencia en esa isla, me hace dudar. Para mí, La noche es otra cosa, es eso que se cierne sobre la isla y sus lugareños. Es la oscuridad que se les viene encima a los personajes de cada relato. Pero esto es solo un pensamiento de ahora, una conjetura del montón. Si hay una invitación que nos hace la novela, es a releerla. A volver a pasear por la isla y ensayar distintas repuestas posibles. Siempre alegrándonos de que su noche no es la que se cierne sobre nosotros.