La escena como conversación colectiva: entrevista a Jesica Moreno
- Yamila Juara

- hace 3 días
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Por Jamila Juara

Nacida en Buenos Aires en 1984, Jesica Moreno desarrolló un recorrido singular dentro de las artes escénicas, moviéndose con la misma naturalidad entre el circo, el teatro y la música. Actriz y artista de circo, se formó en diversas instituciones y con maestros de referencia, construyendo un lenguaje propio que combina la técnica, la fisicalidad y una profunda comprensión de la escena. Obtuvo el título de Técnica Universitaria en Artes Escénicas por la Universidad Nacional de La Matanza y se perfeccionó en actuación, música, expresión corporal y pedagogía con docentes como Gabo Correa, Carmen Baliero, Cristina Moreira, Sandro Nunziata, Veronica Schneck y Vicky Cipriota.
Su acercamiento al circo —disciplina que la acompaña desde más de una década— se consolidó en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, donde completó la carrera de Artes del Circo y más tarde continuó sus estudios en música. Su inquietud por la escena la llevó también a adentrarse en la dirección y la puesta, con talleres de Rubén Szuchmacher y exploraciones del cruce de lenguajes escénicos bajo la guía de Cristina Moreira.
Además de desarrollar su propio entrenamiento, Jesica volcó su experiencia en la docencia: actualmente es profesora en la Carrera de Artes del Circo de la UNTREF, donde dicta Acrobacia III y IV, y Diseño y Creación de Obra. Esta perspectiva pedagógica dialoga con su práctica creativa, siempre atravesada por el cuerpo como herramienta expresiva y por una búsqueda que integra técnica, imaginación y riesgo.
En la escena independiente forma parte de Camioneras de la Escena, compañía donde actúa, escribe y diseña sonido en “SDDS”, obra apoyada por el INT y seleccionada para las Fiestas Regionales del CPTI. También es cocreadora e intérprete en “Una en Tres”, un proyecto de teatro físico con apoyo de Proteatro, CPTI y el INT. Su trayectoria la llevó a participar en múltiples producciones de circo y teatro, temporadas en “Vamos las Plazas”, funciones en la Usina del Arte y coproducciones internacionales en Polo Circo, el Teatro Colón y el Centro Cultural Borges.
Con una carrera que combina formación constante, creación colectiva y una mirada que concibe a la escena como un territorio de exploración física y poética, Jesica Moreno es hoy una figura clave del cruce entre el circo contemporáneo y el teatro físico en Argentina.

Nos encontramos en un galpón de la calle Urquiza, en Caseros. Gente que va y viene, aparatos que entran y salen, calor, ruido y ese descontrol general que trae diciembre. Pero este galpón tiene algo particular: los objetos que circulan son elementos para saltar, volar, hacer equilibrio; el ruido viene del sistema de sonido que están probando, igual que las luces que delimitan el espacio donde los estudiantes de Artes del Circo harán sus últimas funciones del año. Entre el movimiento constante de alumnos y docentes ajustando los últimos detalles, Jesica Moreno —docente de la carrera, actriz, acróbata, música y productora— me concede unos minutos para conversar. En medio de este caos creativo, la retengo un instante para hacerle algunas preguntas.
Yamila: ¿Cómo elegiste las artes escénicas?
Jesica: La verdad es que desde muy chiquita hago cosas artísticas. A los doce empecé un taller de teatro porque unas amigas me invitaron, en Mataderos. Desde ahí no paré más. Siempre hice música —guitarra, canto—, teatro… Y más grande conocí las artes del circo. A los 19 ya estaba tomando talleres de acrobacia y malabares en el San Martín. Después conocí a Mario Pérez en el Cultural Rojas, tomé circo integral y me fui metiendo cada vez más. Fue un viaje de ida. Me anoté en El Coreto y me enteré de que se abriría la carrera de Artes del Circo en la UNTREF, así que empecé ahí. Paralelamente seguía con música y actuación. Mi vida siempre giró en torno a lo escénico: me gustan todas sus formas.
Habiendo empezado tan temprano, ¿hubo algún momento clave en el que reafirmaste tu elección?
Siento que es parte de mi vida desde siempre. Incluso antes de hacer teatro hacía gimnasia aeróbica, así que desde chica estuve en situaciones escénicas o frente al público. No hubo un momento de decir “es por acá”, sino que lo fui construyendo. Hoy miro para atrás y pienso: hice el camino que tenía que hacer. No sé hacer otra cosa. Es mi forma de vivir.
Hacés un poco de todo dentro y fuera del escenario. Actuación, música, circo, producción, técnica. ¿Cuál es la mayor dificultad de habitar tantos campos?
A veces me pienso como una especie de Frankenstein, armada con pedacitos de todos mis saberes. Eso también me construye como persona. No me imagino una vida que no tenga que ver con lo escénico: además de crear, soy docente, así que acompaño procesos desde distintos lugares. Trabajo mucho en teatro independiente, lo que me vuelve productora y gestora.Lo bueno es que estoy siempre haciendo algo, siempre construyendo. Mucho esfuerzo, mucha pasión. Pero soy organizada: si algo no puedo hacerlo bien, lo dejo. No me desbordo. Movimiento en muchos campos, sí, pero con la certeza de que todo tiene que ver con el arte y con aportar lo mejor sin descuidar nada. Y bueno… mucha terapia para lograr ese equilibrio.

Desde lo artístico, ¿sentís que tenés un estilo definido? ¿Cómo influyen todas tus experiencias en tu creación?
Siempre estoy en formación. El arte permite eso: aprender todo el tiempo. Eso me ayuda a encontrar maneras o fórmulas para concretar proyectos. Y algo importante: nunca trabajo sola. Siempre estoy acompañada por amigos o colegas que tienen la misma manija que yo. Por ejemplo, en Una en Tres, la última obra, la idea inicial era mía, pero cuando la compartí se transformó, se rompió, se volvió otra cosa que ya no era lo que yo imaginaba. Ese proceso es lo que más disfruto. No me caso con una estética, sino que me interesa compartir, que aparezca algo nuevo. Lo que más me gusta es crear con otros.
¿Qué buscas en un proyecto, ya sea para iniciarlo o para sumarte?
Soy muy de decir que sí. Después selecciono. Pruebo, veo si es posible, busco la mirada cómplice de colegas. Me gusta pensar en grande, no porque tenga los medios, sino porque imaginar algo enorme hace que después pueda suceder.

Más allá de las particularidades de cada obra, ¿qué buscas generar en el público?
Siento que las artes escénicas —teatro, circo, música— generan una especie de ritual. El público completa lo que vos imaginaste. Su mirada forma parte de la construcción. Trabajo para públicos distintos: infantil, adultos, comedia, teatro físico… pero en general quiero que exista esa ida y vuelta, que puedan identificarse, sentirse parte de lo que están viendo.
Muchos artistas vuelven, sin querer, a ciertos temas o conceptos. ¿Sentís que hay algo que atraviesa todos tus trabajos?
Sí: el cuerpo, el movimiento. El movimiento está en todo lo que hago: en lo infantil, en el teatro físico, en el convencional. El cuerpo como herramienta y como forma de expresión, incluso más que la palabra. Eso atraviesa todo.
¿Y sentís que eso viene del circo?
Sí, pero no como eje único. También porque soy muy inquieta, hiperactiva. Cuando estoy en movimiento, soy feliz.
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