Un cuerpo que escribe alrededor de "Das Ende", se despide del 2025.
- Jezabel Amin

- hace 3 días
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Por Jezabel Amin
En castellano, El fin. Pero ¿el fin de qué?
Ficha técnica. Actúan: Iván Figni, Federico Barra, Ramiro Iglesias y Roy Amantini. Música: David Figini. Diseño de luces: Zata Ríos. Puesta escénica: Roy Amantini, Claudio Provenzano. Dramaturgia y dirección: La Pradás.
Mis palabras son un fracaso. Hace poco descubrí que puede existir un abismo entre ellas y tus ojos. No me leas rápido, por favor. Si vas a correr con tus pensamientos por mis líneas, podés seguir camino. Hay miles de ventanas en el magma de publicaciones. Si estás apuradx ahora, volvé después. Mi boca textual queda entreabierta, mis pretensiones por tu atención suave seguirán vibrando.
Si te molestó la “x”, a mí también me molesta a veces y sin embargo la uso esperando que cada cual elija su vocal amada (y a veces no la uso). Tal vez hay una distancia insondable entre el mundo de la crueldad y las palabras. Estoy de duelo.
Te pido que me regales una pausa antes de seguir. ¿La hiciste? ¿Lo hacemos? Llevá una cucharada de atención a tus pies, percibí la manera en que estás respirando, ¿dónde estás? ¿Sentís la movilidad de tus costillas mientras el aire entra y sale? ¿Entra y sale de dónde? ¿Cuál es tu lugar en el mundo? Podés probar cerrar los párpados y notar si tu percepción de tu espacio interno y su volumen cambia.
Me gustaría hacer una nota de cierre de año, pero no alcanzan las páginas y ya quedaron cientos de hojas sin publicar. Fin, das ende, estoy agotada. No voy a volver a nombrar mi posición sobre la importancia y defensa de las artes vivas. No voy a evocar cadáveres del amor, ni contar nada sobre la última vez que me asomé a través de Ana (“Ana es ella, soy yo, otra”, la autoficción, obra, libro no publicado de mi vida). No voy a hacer explícito los hilos invisibles por los cuales corté mi largo pelo en situación escénica. Tampoco voy a halagar el evento de celebración del nuevo formato de Revista Mariné. Pero deJo constancia de algunos actos: pasaron cosas.
Siempre es más lo que queda afuera. Estoy saliendo de la jaula.

Como vengo pensando en finales, un comienzo. Foco a Das Ende. Un cuerpo que escribe se acercó al teatro La Ranchería, tres veces a ver una obra que por ciertas cuestiones le llamó la atención.
La obra nos situa en el año 1940 en la Alemania Nazi, Hanz, uno de los protagonistas, confiesa haber encontrado la bomba que podría destruir el mundo. Pero entonces, ¿qué? Como humanidad, estamos jugando con las fantasías del apocalipsis hace demasiado tiempo ¿Todo es un gran simulacro? La cuestión sobre el totalitarismo y la compleja construcción de las identidades nacionales me atraviesa en lo cotidiano. El mundo es demasiado grande, demasiado fuerte para mí. Sin embargo, me entrego al juego peligroso de escribir en nombre del pueblo que falta. No puedo hacer otra cosa. ¿Por qué volvió a ganar el rey loco?
Pienso en Das Ende para limitar mi depresión. Actuaciones impecables, buen ritmo, el recurso del humor para poder tocar lo macabro, la crítica no tan solapada al gobierno que nos gobierna y sigue gobernando. Una obra que permite la catarsis para el espectador y a su vez cumple con la función primordial del placer al servicio del pensamiento.
Lucas Pradá, la presenta como una comedia trágica. ¿Por qué el humor nos permite tocar los temas más turbios? ¿Cómo se siente alguien que sufre la violencia traumática viendo esta obra de teatro? ¿Qué hacemos con el dolor? Como creadores artísticos, ¿tenemos el permiso de tocar todos los temas? No digo que no, sólo estoy preguntando.
¿Puede la historia trágica de la humanidad ser otra?
El nazismo, el fascismo, el autoritarismo está muy presente en mi vida. Escuché los cuentos de mi abuela que me hablaba de la guerra y los alemanes y sigo apelando a la visión de mundo que tenía de chica para pensar la actualidad. No renuncio a mi pretensión de mezclar objetos sólidos con reflexiones inútiles. Creo haber leído el libro Nunca más a los 10 años e intuí que algo tenía que ver una cosa con la otra. Mi abuela y sus relatos en contra de la policía, los milicos, la dictadura. Mi mamá defendiendo la necesidad de orden en la selva social porque no se cansa de sostener la hipótesis de que lo humano es también infernal. Entonces, los barrotes siguen siendo necesarios para limitar el despliegue del mal.
Nunca me resultó muy verosímil esa manera de contar donde hay buenos y malos, ¿podemos escapar de la dialéctica a la hora de contar lo real? ¿O es simplemente inalcanzable?
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Pensando en la autoridad y mi deseo de salir de la jaula con los ecos de Das Ende, recuerdo que he sido señalada como autoritaria alguna vez. Hay ciertas cosas que quiero hacer de determinada manera, lo reconozco. Ser mi autora, tener autoridad sobre mi “yo” mujer, es una cosa, ser facho es otra. Esto de no ser “mujer paráfrasis”, es algo en lo que vengo insistiendo desde hace un tiempo. ¿Cómo aprendo de las mujeres de mi pasado y soy otra? ¿Qué lugar queda para la defensa de la singularidad de la vida en la pluralidad de injusticias que nos moldean?
Autoridad sobre unx mismo no es autoritarismo. Ser individuo es una cuestión social, defiendo la mirada singular en clave colectiva. Tener autodeterminación y defender la potestad de hacer, es algo muy distinto a ser facho. ¿Podemos coexistir con las diferencias? Conozco gente que realmente cree que, al negro pobre, a las putas, travas, trans, “hay que matarlos”. Así que no comparemos la violencia que me puede aparecer por enojarme, por defender una causa, por estar cansada y estresada por la situación económica y la falta de previsibilidad, a ser facho. Por más que escriba proclamaciones sobre cómo vivir, reconozco que sigo negociando con la realidad, que pruebo cosas en función de deseos, valores, establezco alianzas, intento, intento, intento. Tiendo al fracaso. La música me rescata una y otra vez, me da esperanzas, también somos las criaturas creadoras de la música. Ella en vivo, en la obra, en Das Ende, fue una especie de mimo desde la lejanía a mi esternón endurecido. Saber que siguen existiendo personas que no le ponen una tapa a lo real, sino que la transforman en su hacer artístico, me renueva la esperanza en la humanidad.
En este mundo cruel, ¿por qué escribir? ¿Por qué bailar? ¿Por qué hacer teatro? ¿Qué lugares, personas, maneras te hacen bien? Me quedo esperando las palabras del elenco para seguir escribiendo con alguien más. Siempre hay alguien más.
Felicito a "Das Ende" hoy, 28 de noviembre. Lamentablemente me quedo sin ver la última función de esta temporada. ¡Localidades agotadas! ¡Será una gran noche de amor al haSer teatro! Gracias a la obra que me hizo reflexionar sobre la falta de límite a la crueldad humana y volver a reconocer que no estoy sola sufriendo mi consciencia de mundo. Escribir palabras de amor parece un desvío, pero es todo lo que tengo para dar. ¡Felicitaciones por el entusiasmo, la entrega! Fue un placer verlos en el escenario y seguir pensando alrededor de ustedes mi propia humanidad. Lo singular también es una cuestión social.
Y vos queridx lector, ojalá puedas hacer un diciembre extraordinario. Pies a tierra, agradecimiento por lo que sí, prácticas de amabilidad y masa muscular. El estrés es ineludible, también vivimos en guerra. Por eso mejor practicar algo de calma respirada, atención suave, disponible, ternura, contacto.
Soy una pesimista que ama la vida. Por eso reconozco, celebro, atesoro y recomiendo a quienes hacen arte en la tierra del rey loco. A quienes generan imágenes que transforman acciones, mi amor infinito. Me salvan del pozo sin fondo. Hoy en vez de escribir mi soledad, escribo pensando en Das Ende. Fin al 2025. Un mensaje hacia el futuro: no al totalitarismo, si al socialismo democrático.
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