¿Qué vio Kubrick?: “Dr. Strangelove”, el Artista Testigo de la Era Nuclear.
- Andrea Rosales

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Actualizado: hace 3 días
Por Andrea Rosales
Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb Género: Sátira, comedia negra, bélico Dirección: Stanley Kubrick Guion: Stanley Kubrick, Peter George, Terry Southern Basada en el libro: Red Alert de Peter George Música: Laurie Johnson
Protagonistas: Peter Sellers: Dr. Strangelove / Presidente Merkin Muffley / Lionel Mandrake
George C. Scott: Buck Turgidson Sterling Hayden: General Jack D. Ripper Slim Pickens: Mayor T.J. "King" Kong País: Reino Unido / Estados Unidos Año: 1964
La comedia surge cuando los acontecimientos toman el giro más aterrador de todos posible. — Stanley Kubrick
En 1964 se estrena Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, la película con la que Stanley Kubrick convierte el miedo atómico en una sátira feroz. Peter Sellers despliega aquí toda su versatilidad al interpretar tres personajes: el propio Dr. Strangelove, el presidente norteamericano Merkin Muffley y el general británico Lionel Mandrake.
Desde el título, la obra se instala en un borde complejo: sátira política, comedia negra, drama macabro. Todas las categorías son válidas para un film que plantea que el fin del mundo puede estar a un botón de distancia, atendiendo el mítico “teléfono rojo”. Kubrick transforma esa ansiedad colectiva en ingenio, ironía y un humor tan filoso como incómodo.

Trama
La película sigue a Jack Ripper (Sterling Hayden), un general estadounidense que, convencido de que los comunistas contaminan el agua de EE.UU., lanza por su cuenta un ataque nuclear contra la Unión Soviética. A partir de allí, el presidente y sus asesores intentan detener el desastre en una carrera contrarreloj.
El relato se despliega en tres espacios: la Base Aérea Burpelson, el Pentágono y el bombardero B-52 encargado de transportar el misil atómico. Ese recorte espacial potencia la tensión entre burocracia, militarismo y absurdo.

La sátira como arma: la visión apocalíptica de Kubrick

Si el mundo moderno pudiera condensarse en una sola palabra, sería absurdo, decía Stanley Kubrick. Su película toma ese absurdo y lo proyecta sobre la Guerra Fría, convertida en un espejo deformado que devuelve la irracionalidad de toda una época. La paranoia nuclear —ese temor persistente que cruzó más de cuarenta años— aparece expuesta en su delirio y en la lógica rígida que pretendía sostenerla.
Camus, en El mito de Sísifo, escribía que “el absurdo nace de la confrontación entre la llamada humana y el silencio irracional del mundo”. El film encarna esa fricción: líderes empeñados en sostener la idea de control frente a un caos que los desborda, protocolos que se fracturan, cadenas de mando que se deshilachan aun cuando su estructura parece inamovible.
En ese marco, la incapacidad del presidente Muffley para frenar el ataque desencadenado por el general Ripper condensa el nudo central del relato: el gesto desesperado de imponer orden ante un mundo que ya tomó velocidad hacia el abismo.

El “non sense”: el sinsentido como estética política
Kubrick utiliza el non sense para ampliar aún más el grotesco: un general obsesionado con teorías conspirativas, un presidente indeciso que no puede domar la maquinaria militar que representa y un científico desbordado por su propia fascinación tecnológica.
Cada figura encarna una crítica:
Ripper, la ideología llevada al extremo paranoico.
Muffley, la fragilidad del liderazgo cuando el sistema automatizado ya no responde.
Strangelove, el científico-monstruo que bordea lo inhumano.
Kubrick advierte así sobre quiénes quedan al mando cuando el mundo tiembla.
Carnaval, semiósfera y distorsión.
Los diálogos satíricos —“¡Señores, no pueden pelear aquí, esta es la Sala de Guerra!”— revelan la hipocresía interna del poder. Mijaíl Bajtín analizó cómo lo carnavalesco subvierte jerarquías; esa inversión aparece cuando el Mayor T. J. “King” Kong cabalga el misil al grito de “¡Yee-haw!”, escena tan icónica como perturbadora.
Kubrick construye una semiósfera distorsionada (en términos de Yuri Lotman): un sistema de signos donde la lógica bélica se vuelve autorreferencial, aislada de lo real. La amenaza de aniquilación se convierte en espectáculo. El lenguaje se vuelve arma, absurdo y refugio.

El mito de la Guerra Fría
—“Ustedes son muy chicos, pero en mi época teníamos miedo de que el mundo se terminara con la bomba atómica”, imagino decir al Homero Simpson del meme, sentado sobre una roca y hablándoles a unos chicos con ese aire de adulto que carga historias que ya nadie recuerda del todo.
La amenaza constante de aniquilación nuclear no fue solo un dato geopolítico: se transformó en un mito que penetró la conciencia colectiva. Roland Barthes, en Mitologías, señala que el mito no oculta, sino que deforma; exagera ciertos rasgos y atenúa otros para construir una realidad persuasiva, casi inevitable.
Kubrick retoma ese mito —el de la Guerra Fría y el de sus figuras de poder— y lo somete a una deconstrucción feroz. Los empuja al borde del ridículo, expone la lógica absurda que los sostiene y desarma, con humor quirúrgico, la fachada racional que pretendía legitimar la paranoia y la obsesión por la superioridad militar. Bajo su mirada, el mito deja de funcionar como relato coherente y revela su costado delirante.
Barthes describe al mito como una coartada que, tarde o temprano, choca con lo real y pierde eficacia. En el caso de la Guerra Fría, el mito de la amenaza nuclear operó como justificación para políticas y decisiones que, en cualquier otra circunstancia, habrían resultado inadmisibles.
El gasto desmesurado en armamento, la intervención en conflictos ajenos y la restricción de libertades civiles encontraron su justificación en nombre de la seguridad nacional, alimentando un clima de miedo sostenido. Pero la película, al revelar la irracionalidad y el absurdo que sostenían ese mito, termina por erosionar su fuerza persuasiva y deja al descubierto su fragilidad.
¿Quién —o qué— es el Dr. Strangelove?
La deconstrucción audaz que propone Kubrick no estuvo exenta de controversias. Tanto la película como el propio director recibieron críticas por supuestamente minimizar la gravedad del peligro nuclear, pero ese gesto dejó en evidencia otra capa subterránea del relato. En Educación sobre desastres, John Preston desarrolla con claridad lo que la superficie del film apenas insinúa. El resultado de la cadena de errores en la trama es brutal: Estados Unidos precipita una guerra que aniquilará la vida humana. El Dr. Strangelove, lejos de verlo como una tragedia, lo interpreta como una “oportunidad” para asegurar la supervivencia selectiva de la especie mediante refugios subterráneos: preservar a quienes posean “juventud, salud, fertilidad sexual, inteligencia y un corte transversal de habilidades necesarias”. Y, por supuesto, garantizar que los principales hombres del gobierno y del ejército sean incluidos para “impartir los principios requeridos de liderazgo y tradición”.
Preston señala que, en sus investigaciones, no encontró un equivalente real a Strangelove: ningún funcionario que haya impulsado explícitamente un proyecto eugenésico bajo el amparo de la supervivencia nuclear. Aunque en distintos momentos se intentó adjudicar un rostro o un referente histórico al científico, Kubrick negó haberse inspirado en una persona concreta. Todo apunta a que quiso representar una ideología: eso que Preston denomina “racismo sin racismo”, un racismo tácito que opera sin necesidad de proclamarse.
Desde esa posición de testigo crítico de su tiempo, Dr. Strangelove no solo satiriza la Guerra Fría: expone la fragilidad de la razón cuando toca el poder. Y recuerda que, en “la sala” donde se deciden los destinos del mundo, pueden convivir adultos que juegan con fuego o que fantasean, peligrosamente, con algún tipo de depuración.
Premios y nominaciones de Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (Kubrick, 1964)Fuente: IMDb (s.f.).
Premios Óscar
Mejor película: Stanley Kubrick, productor – Nominada
Mejor director: Stanley Kubrick – Nominado
Mejor actor: Peter Sellers – Nominado
Mejor guion adaptado: Stanley Kubrick, Terry Southern y Peter George – Nominados
Premios BAFTA
Mejor película – Ganadora
Mejor película británica – Ganadora
UN Award – Ganadora
Mejor actor: Peter Sellers – Nominado
Mejor actor de reparto: Sterling Hayden – Nominado
Mejor guion adaptado: Stanley Kubrick, Terry Southern, Peter George – Nominados
Mejor diseño de producción (blanco y negro): Ken Adam – Ganador
Premios del Sindicato de Directores (DGA)
Mejor director: Stanley Kubrick – Nominado
Premios Hugo
Mejor representación dramática: Stanley Kubrick, Terry Southern, Peter George – Ganadores
Writers Guild of America (WGA)
Mejor comedia americana: Stanley Kubrick, Terry Southern, Peter George – Ganadores
New York Film Critics Circle Awards
Mejor película – 2.º lugar
Mejor director: Stanley Kubrick – Ganador
Mejor guion: Stanley Kubrick, Terry Southern, Peter George – 2.º lugar
National Film Registry
Ganadora
Nastro d’Argento
Mejor director extranjero: Stanley Kubrick – Ganador
Premio Bodil
Mejor película europea
Referencia APA completa:
IMDb. (s.f.). Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb – Awards. https://www.imdb.com/title/tt0057012/awards
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