Interstellar (2014) – El Abismo Semiótico del Espacio y el Tiempo: Una Aproximación a su Metodología Semiótica
- Marina Julieta Amestoy (Mariné)
- hace 5 horas
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El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me devora, pero yo soy el tigre.
—Jorge Luis Borges, El Aleph
(A uno de mis más grandes amores: mi hijo M)
La película Interstellar, dirigida por Christopher Nolan, no se configura meramente como un relato de ciencia ficción sobre la supervivencia humana frente a una catástrofe global. A través de una compleja estructura narrativa y visual, se presenta como una exploración filosófica profunda que cuestiona las fronteras entre lo humano y lo cósmico, el tiempo y el espacio, la ciencia y la emoción. A través de sus elementos cinematográficos, Interstellar utiliza la semiótica para construir una reflexión no solo sobre la relatividad física, sino también sobre el sentido de la existencia humana en el vasto universo. Esta reseña pretende analizar cómo la película despliega un entramado de signos que, por medio de la interrelación de conceptos científicos, filosóficos y emocionales, busca una reconstrucción de la experiencia humana a partir de su relación con lo cósmico y lo metafísico.

La Ciencia como Lenguaje: Tiempo, Relatividad y la Gravedad Cuántica
Una de las aportaciones más significativas de Interstellar es la manera en que la ciencia no solo se presenta como un marco de referencia técnico, sino como un sistema de signos que trascienden su función explicativa para adentrarse en el ámbito de la significación filosófica y semiótica. En este sentido, los conceptos científicos utilizados en la película, tales como la dilatación temporal, los agujeros negros y la teoría de la relatividad general, se convierten en signos que no solo representan fenómenos naturales, sino que se transfiguran en símbolos que encapsulan tensiones existenciales.
Desde un enfoque semiótico, podemos referirnos a la propuesta de Umberto Eco en Tratado de Semiótica General (1976), que concibe al signo como una unidad estructural compuesta por un significante (la forma del signo) y un significado (el concepto que este signo evoca). En Interstellar, los fenómenos científicos se presentan bajo esta doble dimensión: no son solo ilustraciones de las leyes de la física, sino representaciones de conflictos humanos internos. La dilatación temporal, por ejemplo, no se limita a ser un concepto físico, sino que se convierte en un signo de la fractura entre la experiencia subjetiva del tiempo y las estructuras más amplias del cosmos. La película utiliza el tiempo no solo como un fenómeno de la naturaleza, sino como un emblema de la finitud humana frente a la infinitud del universo.
La imagen del agujero negro Gargantúa es un ejemplo claro de esta transfiguración semiótica. A través de la colaboración con Kip Thorne, la película logra representar visualmente la singularidad de un agujero negro con una rigurosidad científica inédita en el cine. No obstante, esta representación no se limita a su función descriptiva. El agujero negro se convierte en un signo de la totalidad, de lo infinito e incognoscible, de aquello que, según la teoría semiótica de Roland Barthes en Mitologías (1957), opera en el plano de lo "mythologique": una realidad que escapa a la comprensión humana y que, sin embargo, se constituye como un símbolo de nuestra capacidad de (no) comprender. En Interstellar, lo científico no solo tiene valor por lo que explica, sino por lo que insinúa sobre nuestra relación con lo inefable.

El Amor como Fuerza Cósmica: El Signo de lo Inalcanzable
Un aspecto central en Interstellar es el tratamiento del amor como una fuerza universal capaz de trascender las barreras del tiempo y el espacio. A través de la relación entre Cooper (Matthew McConaughey) y su hija Murphy (Jessica Chastain), Nolan presenta el amor como el único medio posible de conexión entre el ser humano y las fuerzas más allá de su comprensión. Este tratamiento de lo amoroso se distancia de la concepción científica del universo, al proponer que, en última instancia, el amor es el único signo capaz de llenar la brecha entre lo humano y lo cósmico.
Desde una perspectiva semiótica, este planteamiento se inscribe dentro de la noción de signo interpretante de Charles Sanders Peirce, quien afirmaba que un signo no solo produce una interpretación de lo representado, sino que genera una interpretación continua que se despliega en nuevos significados. El amor, en este contexto, se presenta como un signo interpretante que conecta diferentes niveles de la experiencia humana: lo físico, lo emocional, lo temporal, lo eterno. La película, por tanto, insinúa que el amor tiene la capacidad de operar a través de las dimensiones del espacio-tiempo, actuando como un principio de mediación entre los deseos personales de los individuos y las grandes fuerzas cósmicas.
En este sentido, la representación del amor como un medio para superar la distancia física y temporal también recuerda a la noción de semiosis propuesta por Peirce, en la que el signo se convierte en un proceso dinámico y transformador. La conexión entre Cooper y Murphy no es solo una relación emocional, sino un proceso semiótico que atraviesa el tiempo, cuestionando la distinción entre lo presente y lo pasado. A través del amor, la película establece una intersección entre los signos que construyen la realidad humana y aquellos que estructuran lo cósmico, ofreciendo una interpretación trascendental del amor como un signo capaz de mediarnos con el universo en su totalidad.
El Sacrificio como Acto de Trascendencia: La Lógica del Signo

El sacrificio, como extensión del amor, se presenta como una de las fuerzas semióticas más complejas en Interstellar. El sacrificio de Cooper, quien abandona a su familia para embarcarse en un viaje al agujero negro, es un acto de trascendencia que no solo remite a la obligación ética, sino a la resignación ante lo incontrolable. A lo largo de la película, los personajes enfrentan situaciones que exigen la renuncia a sus propios deseos, tanto físicos como emocionales, en aras de un bien mayor: la supervivencia de la humanidad.
El sacrificio, en este contexto, puede ser considerado como un signo de la humanidad, en términos de la semiótica de C.S. Peirce y sus conceptos de abducción, inducción y deducción. El sacrificio de Cooper no es simplemente un acto de renuncia, sino una interpretación de la realidad que se construye a partir de una abducción semiótica, en la que el sacrificio emerge como el único signo posible para salvar a la humanidad. Este sacrificio, por tanto, no se limita a su dimensión física, sino que se expande hacia una dimensión ética y filosófica que se inscribe en un proceso de creación de sentido colectivo.
La Relación entre lo Humano y lo Cósmico: Un Entretejido de Signos
En su complejidad, Interstellar no solo juega con la relación entre la ciencia y las emociones humanas, sino que utiliza estos elementos para construir un vasto entramado de signos que permiten una reflexión sobre el lugar del ser humano en el cosmos. El uso de la ciencia como símbolo, el amor como lenguaje universal y el sacrificio como acto de trascendencia se combinan para cuestionar la concepción tradicional del universo como un espacio indiferente y distante. A través de estos signos, la película invita a una interpretación del cosmos como un lugar cargado de significado, en el que la ciencia y el amor se interrelacionan para dar cuenta de las tensiones existenciales humanas.
Al igual que los mitos en la obra de Barthes, los signos de Interstellar operan en el plano de lo mythologique, en el sentido de que construyen una narrativa que se proyecta más allá de los límites de la ciencia y la razón. Al final, Interstellar se presenta como un espacio semiótico de múltiples interpretaciones, donde los signos de la física y las emociones humanas se entrelazan para construir un relato que no solo reflexiona sobre la supervivencia, sino sobre el sentido de la existencia misma, la conexión entre el ser humano y el cosmos, y las posibilidades de trascender nuestras propias limitaciones.
Bibliografía
Barthes, R. (1957). Mitologías (M. de Bejarano, Trans.). Editorial Siglo XXI.
Eco, U. (1976). Tratado de semiótica general. Editorial Lumen.
Peirce, C. S. (1931-1958). The collected papers of Charles Sanders Peirce (C. Hartshorne, P. Weiss & A. W. Burks, Eds.). Harvard University Press.
Borges, J. L. (1945). El Aleph. Editorial Losada.
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