Trenes, días y pasados de un presente silencioso. Sobre “Así son las fieras” (2021) de Carlos Bégue.
- Matías Mansilla
- 4 sept
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Actualizado: 23 sept
-Matías Mansilla
En todo pueblo conviven muchas historias. Pasados, presentes y futuros posibles. Lo más vasto que tiene un pueblo son sus “versiones”, las miradas de cada habitante. Miradas que discuten y dialogan, se pelean y se amigan, pero siempre viven juntas como si estuvieran amontonadas en una caja de zapatos. Así como hay historias, en un pueblo también hay grandes figuras. Lo mismo, cada figura cuenta con una “versión” distinta según el vecino que la mire. Esta novela parte de la muerte de una figura de pueblo. La muerte de un jefe de estación, ferroviario de toda la vida, es la puerta de entrada a un recorrido por el lugar y por las vidas de sus habitantes. Carlos Bégue explora el pueblo viajando, una y otra vez, entre la nostalgia y la maravilla. Valiéndose de un estilo musical, con un ritmo muy cuidado, Bégue construye un clima de cotidianeidad centrado en las perspectivas de cada “fiera” del pueblo. A partir de ahí, se recuperan escenas que ocurren en la diaria, se repasan hechos clave de la historia reciente argentina desde los ojos de los vecinos y se entreteje lo anterior con las experiencias de Renzo, el ferroviario muerto irónicamente bajo los fierros de un tren.
Así son las fieras se revela, entonces, como un cuadro en donde el pasado, el presente y el futuro están siempre a la vista. Este ir y venir –entre perspectivas o entre tiempos distintos– es lo que va armando el mundo de la novela. Los personajes se deslizan entre la crudeza y la quietud aparente de una vida de pueblo: otros ferroviarios, sindicalistas, víctimas, supervivientes, héroes barriales, villanos invisibles, artistas que pintan siempre el mismo cuadro, militantes, laburantes, buscavidas, vándalos y más. Cada personaje alberga la inmensidad de una “versión” del pueblo y Bégue, con su prosa musical, lleva sus historias personales línea a línea como si fueran vagones sobre rieles.

Dicho esto, tengo que confesar que, tal vez, todo este pantallazo general es en realidad una excusa. Un pretexto para hablar de un personaje. Quiero detenerme un poco en Madre Congojas. Madre Congojas es uno de los varios nombres que tiene el que posiblemente sea el personaje más intenso y profundo de toda la novela. Ella es la esposa del jefe de estación y, a simple vista, muestra una imagen de persona quieta y calma. Madre Congojas se sienta en alguna silla a descansar después de haber hecho alguna tarea cotidiana, contempla el paisaje de un cuarto de su casa o mira la mayor cantidad de barrio que puede mirar con sus ojos viejos. ¿Cuánta trama puede albergar un cuerpo anciano? ¿Cuánto movimiento puede reflejar un cuerpo quieto? Ella es la viejita del barrio que acaba de enviudar y ahí está, contemplando. Dice todo sin decir nada. Sus huesos frágiles, su piel finita, ocultan un espíritu sólido como los durmientes de madera de una vía antigua. Entre página y página vamos a ir encontrando migajas de su pasado, descubriendo de a poco sus múltiples cicatrices: marcas de una vida dura. Antes de que encuentre la tranquilidad, incluso antes de conocer a Renzo, Madre Congojas se las tuvo que ver fuleras. Habiendo crecido a merced de una madrastra terrible y unas hermanastras peores, como si fuera una Cenicienta argentina, se curtió soportando maltratos y trabajando incansablemente mientras veía el desprecio de los haraganes que la rodeaban. Niña solitaria devenida en alma en pena, sacrificó una parte de su juventud inclinada sobre una mesa en un local del puerto, tratando con pescados para vender y sin mirar a nadie más. Su pertenencia más preciada era una pañoleta color habano, lo único que pudo heredar de su madre. Incluso en esa situación, siempre se sintió una heroína por alzarse entre otros que se hubieran quebrado al enfrentar tantas penurias en seguidilla.
En sus veinte años, con todo ese pasado, fue encontrada por Renzo Casamonti, el que luego sería el entrañable jefe de estación conocido por buena parte del pueblo. Madre Congojas, como dice la historia:
"…pudo creer que casada mejoraría su situación, pero jamás debe habérsele ocurrido que el manejo doméstico le permitiría saborear las mieles del poder…"
¿Y qué es el poder en esta parte del relato? Tener un espacio, tener tiempo. Para Madre Congojas, el poder es estar tranquila. Luego, ella y Renzo vivieron una vida de pueblito. Tuvieron sus dos hijas –de las que mucho se habla, aunque no en el mejor de los sentidos– y estuvieron tranquilos. Hasta el terrible accidente de Renzo, Madre Congojas vivió como había vivido siempre, tranquila. Después, su vejez se volvió más vieja. El deterioro se hizo notar. Para el presente de la novela, ella aparece desgastada. Sus cicatrices se camuflan en las arrugas de su espíritu, sus ojazos se vuelven unas pequeñitas esferas tenues y de su cabello quedan unos pocos mechones esperando caer.
Sin embargo, Madre Congojas está sentada, habitada por todas sus memorias y entonando viejas canciones de cuna. Su espalda vencida por el tiempo, la quietud del viento de una tarde nublada cualquiera y la posibilidad de apagarse como una vela gastada por tanto haber alumbrado. Así y todo, su vida es más dulce de lo que supo ser en su juventud.
Esta es una de las vetas que uno puede encontrar cuando lee Así son las fieras. Fieras de pueblo, fieras del mundo, de su mundo. Habitantes de un tiempo constante que solo parece endurecerlos, sin quebrarlos jamás. En “eso” que los personajes no se dicen entre sí –y que nosotros descubrimos en las páginas de manera dispersa– se encuentran todos los temas que se tratan en el libro: la crudeza que habita la vida de las fieras; el abandono de un pueblo; las fluctuaciones políticas que se narran durante la historia; la tragedia de la última dictadura; la vorágine de los noventa; los recuerdos de un pasado romantizado y, tal vez, la esperanza de un futuro mejor. Así son las fieras está escrito para encarar de frente al lector… y vaya si lo logra.
Editorial: Tren instantáneo
Páginas: 86
Peso: 400 g
ISBN:9789874777829

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