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Un cuerpo que escribe visitando el Teatro El Silencio de Las Negras, en diálogo con Fritzl Agonista, Nekro Romántica y las mujeres de su historia.

Actualizado: 3 oct

Sabe usted lo que es la sensibilidad suspendida, esta especie de vitalidad terrorífica y escindida en dos, este punto de cohesión necesario en la cual el ser no se alza más, aquel lugar amenazante, aquel lugar abatidor.  

Antonin Artaud (mi novio)


Primero, palabras alrededor de Fritzl Agonista. Vi esta obra tres veces, volvería a verla. Celebro la actuación de Elvira Tanferna, la puesta en escena del sitio específico, el cuidado de los detalles en la selección de objetos: las partituras en las paredes, las fotos familiares, la tierra, los muñecos, la jaula, el huevo. La narrativa de la luz, el uso de los contrapuntos en las afectaciones, los juegos con la sonoridad envolvente en el espacio, la oscuridad, los silencios, la posibilidad de imaginar más por lo que no se ve, que por lo que se ve. La música de la cajita de luz, ella atrapada también en ese lugar, su sombra como un títere gigante desplegado hacia el techo. 


Un cuerpo que escribe

PH: Mailen Rodríguez Elvira Talaferna, la precisa actriz de Fritzl Agonista, obra escrita y dirigida por Garcia Wehbi. Ver @fritzlagonista en @teatrosilencio

El texto es exquisito. Estoy leyendo Dafne sobre fondo del Monte Fuji, del director de la obra Emilio W. Fui con altísimas pretensiones. Sí confieso que encontrarme con poder ver el artificio (ver a la actriz) me sorprendió. ¿Había perdido mis ojos vírgenes? ¡No! Siempre los recupero. Tal vez fue su pelo limpio, los aros en sus orejas, el tatuaje, signos de que no todo fue degradado. Tal vez es que sigue siendo falsa la forma en que podemos contactar con el horror. El artificio del teatro me acerca y aleja. Recuperé mis ojos en algún momento, vi el espectro de la “niña que nunca fui” salir del cuarto. Tal vez es a ella a quien quiero sanar y escarbo entre las hojas de mi árbol familiar y a la hora de pensarme también pienso a Fritzl Agonista, a Elvira, a las “ellas” de mi vida.


Tengo en mi familia muchas historias de mujeres violadas, teniendo hijos con menos de 14 años, mujeres que se avergonzaron de ser madres solteras, mujeres que también supieron ser muy violentas consigo mismas y con su alrededor. Conozco muy de cerca la pobreza. Hoy ningún macho blanco va a venir a hacerme sentir vergüenza por mis pelos negros ni por mis tetas. Alguna vez fui maltratada por mi peso, por mi color, por mis ganas de bailar o de coger. Ahora ya no, pero confieso que algo de resentimiento opera en mis dedos al escribir, porque además recibo comentarios como “si estás con problemas económicos, hay otras formas de ganar dinero que mostrar tu cuerpo”, que me llamen “calenturienta” y otras cosas. No gano dinero con mi piel desnuda (todavía). Y además sigo guardando mis ganas de intimidad en el cajón de la mesita de luz, no duermo con nadie desde hace tal vez demasiado tiempo, tal vez presa de ideas acerca de lo que es normal, lo que no. Lo que es amor, lo que no. Tal vez porque con mi libido alimento a mis hojas y ellas a mí. Tal vez porque con mi novio Artaud por ahora alcanza para saciar la sed. No sé. Sigo explorando relaciones entre arte, sexualidad, muerte. La experiencia vital es mi foco. ¿Cómo se compone la experiencia de mi “yo” mujer? ¿Y de un “yo” hombre? ¿Y de todas las mixturas y yuxtaposiciones que existen entre?


No quiero ser víctima, ni victimaria, no quiero ser una niña ni una niñera eterna. ¿Qué sí quiero ser? ¿Qué sí quisiera ser una persona violada por su padre? ¿Cómo fue para vos, Elvira, jugar a ser ella? ¿Podemos jugar con el horror sin hacernos daño? ¿Mi liberación femenina pasa por desnudarme? No quiero ser mujer paráfrasis. 


Mucho de lo silenciado que late aún entre mis manos me acompaña, los hijos muertos, los hijos abandonados también. Ya sé que saben todo, familia humana. No escribo novedades en esta nueva nota. Todos sabemos que la vida no es normal, pero muchxs hacemos tantas cosas para aparentar serlo. Lo animal desaforado que también nos habita no siempre podemos meterlo en el placard, en el sótano, en las pantallas, ni debajo de la alfombra. También me habita lo macabro, lo siniestro, la falta de piedad. Pero le digo que no, hoy no. Practico el control consciente y adopto una posición subjetiva favorecida porque puedo tener un techo y comer todos los días. ¿Y los que se quedan afuera no importan? 


Hoy puedo dirigir mis pulsiones y no estar apuñalando cada vez que me den ganas de hacerlo. Respiro profundo, llevo calma a mi sistema nervioso, me recuerdo dónde estoy y el libro Control consciente y constructivo, de Alexander F.


¿Dónde estás?


Iba a escribirle a Fritzl Agonista y me desvíe en una serie de reflexiones personales, hay algo del juego con la asociación libre acá, no busco darte un relato cerrado de lo real ni explicar con metáforas la vida. Un cuerpo que escribe tiene esa forma enrulada de tejer textualidad. Entro y salgo, me voy por otro surco de asuntos, vuelvo, llevo hilos de atrás para adelante, de adelante para atrás. Nombrar relaciones entre una obra e hijxs de una violación, hijxs de un incesto y abortos es delicado, pero elijo estar acá. A veces en las familias se anudan secretos y otros cuerpos cargan el peso de los silencios, ¿lo importante es aparentar normalidad? Secretos públicos, me viene un recuerdo de esta obra que vi en el Conti en el 2024 ahora (por @ciudadespoéticas). ¿Cómo nos relacionamos con el horror y seguimos viviendo? Un secreto a veces es funcional a la continuidad de la vida, a veces no. Pensar en la mecánica y en la dinámica de lo existencial, no a simplificar los ojos con el cuento de los malos y las buenas, es mi propósito.


Traigo oscuridades del inframundo para seguir limpiando mis labios y reconocerme animal herida. Desde mis fracasos, también desde mi persistencia en procedimientos que dan las condiciones de escucha al cuerpo y su transformación, sigo escribiendo. 


Te regalo estas palabras a vos también, callado amor. No siempre puedo hacer responsable de mi sufrimiento al capitalismo, al rey loco, a la violencia del macho opresor, al humanismo, al feminismo, a veces soy “yo” que no puedo dejar de hablar con los muertos y las dimensiones invisibles de las cosas.


¿Dónde estás? ¿Cómo cuidas tu vida en este mundo de muertes?


Fritzl Agonista, una obra de teatro como ofrenda al pensamiento de un cuerpo que escribe. Hacia el final, regalan un espacio de reflexión sobre la escena. Estar ahí, recibir una copa de vino me recordó que no estoy sola y que hay más signos y sentidos para investigar. Una obra cuyos creadores te dan la oportunidad para conversar después de la función, es un tesoro. Pero ¿qué tan genuina puede ser una conversación que se siente observada y de alguna manera registrada? ¿El observador siempre está? ¿Lo real es inalcanzable? 



En esta obra no vi una mujer, vi un cuerpo femenino encarnando al padre en su máximo esplendor. ¿Cómo es una mujer sin estar compuesta por la mirada del macho? ¿Me identifiqué con ella y eso me permitió hacer cierta catarsis? ¿Qué es ser mujer hoy?


Un cuerpo que escribe

PH: Mailen Rodriuez. ¿Qué tenemos en común las mujeres?



Todavía no lo sé, pero sí sé que quiero poder ser libre y dueña de mi deseo y a veces eso se me escurre. Pero intento que otras mujeres me cuenten de su viaje para ser poderosas. Por eso también fui al teatro El Silencio a ver Nekro Romántica. Quienes me han leído saben que vuelvo a los lugares que me interesan por algo en particular.



Un cuerpo que escribe

Afiche (intervenido) de Nekro Romántica

Nekro Romántica. No sé si es ver una obra en el mismo sitio me hace imaginar conexiones o es mi deseo de llevar a Ana (mi proyecto de obra escénica transdisciplinar) a algún rincón que está operando en mi percepción, pero sigo viendo mujeres haciendo cosas extraordinarias. De las historias de degradación, obras de arte. Mi deseo de tener voz y poder conversar con artistas, me hace insistir entre líneas. Volver a ver una obra me permite ver las diferencias en lo mismo, me sigue fascinando, también volvería a ver Nekro " hasta pulverizarme los ojos". Me quedan ganas de profundizar en esta segunda obra también, pero nadie paga por estas hojas… sin embargo, seguiré escribiendo. En el papel higiénico si hace falta.

La sensibilidad extrema de Alejandra P. me acompaña, pero les juro que no me voy a suicidar. La tasa de suicidios en la Argentina subió en el gobierno del rey loco. No creo que sea casualidad. Y ya sabemos de hace tiempo lo que pasa cuando el personaje FMI entra en el escenario (https://www.pagina12.com.ar/120513-perjudicial-para-la-salud).

Es fácil hacer la asociación de lo siniestro con la crueldad a la cabeza de este país hijo de un genocidio. Y sí, hay quienes me van a decir “la historia de la humanidad es la historia de la guerra”. No soy tan delirante como para creer que somos sólo ángeles, pero sí sé que hay algo más que la pulsión de muerte que nos habita y quiero destinar cuidado y protección, también en estas líneas. Por eso vuelvo a invitarte a que escribas tu parte todos los días, que acaricies con tu pluma las hojas de tu sexo. Cuidá tu libido, direccionalo hacia el acto creativo que sea más consonante con tu deseo y si no podés en singular, hace una red en plural para ir juntxs al frente. Algo así es el teatro como espacio de encuentro, reflexión, pensamiento en acción. La voluntad de querer cuidar la fuerza vital también se practica. No te dejes aturdir por el ruido del mundo. Date un mimo, respirá, andá al teatro, bailá, practicá los encuentros todos los días. Siempre hay alguien más. Date un silencio húmedo reparador que permita escuchar el cuerpo de tu sexo. Suave, profundo, sutil, grande y protector. 


A veces también los secretos pretenden poner a salvo un bien mayor, lo entiendo, pero no quiero ser cómplice de la perpetuación del horror. Hoy elijo las palabras.


La composición de los tiempos es en presencia. 


¿Dónde estás? ¿Cómo estás respirando ahora?


Cuidate. Escribí tus líneas a favor de la vida, todos los días. “Yo” me quedo con ganas de seguir conversando con las obras que experimenté en el Teatro El Silencio, preguntas latentes caen y alimentan mis mejores hogueras. Me detengo, necesito descansar mi texto. Mi cuerpo vacío quiere más.

Nota de la autora: terminé de escribir esta nota antes del caso de Lorena, Morena y Brenda. Ya dije en escritos anteriores que vengo de una familia de putas pobres. Mi pluma les pertenece a las mujeres que han padecido y padecen el horror. Las del pasado, las del presente. ¡Dejen de matarnos!

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