"Rumbo a Peor" de Samuel Beckett
- Yamila Juara
- 7 jul
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 8 jul
Por Yamila Juara
Hay obras cuyo mensaje es una pregunta. Está en el arte la intención de transmitir, pero también de incentivar la introspección de quien observa, y Rumbo a Peor lo consigue de forma muy eficiente. El domingo 15 de junio tuve la oportunidad de ver Rumbo a Peor. Penúltimo trabajo de Samuel Becket, traducido e interpretado por primera vez en argentina. Es una cavilación constante que desde el comienzo está condenada al fracaso. “Todo decir es un maldecir” las palabras son demasiadas y a la vez insuficientes. Da la impresión de estar siempre intentando expresar algo inabarcable, pero que se encuentra al alcance de los dedos, si tan solo uno pudiera estirarse un poco más, decir una frase más, tal vez podríamos de una vez comunicarnos. Casi instantáneamente nos sumimos en un espacio de trance. El escenario y las gradas son una caja negra en completa oscuridad y silencio que agudiza los sentidos. Todo se percibe pero nada se define. Con una iluminación minimalista y muy intencional, nos guían a lo que será el único foco de atención durante toda la experiencia, nuestro intérprete Pablo Finamore.

El de Beckett es un texto complejo, con giros idiomáticos y cambios de sentido que son fundamentales al mensaje. Teniendo esto en cuenta, es importante recordar que Pablo no es solo intérprete, sino también traductor y director. Cuando la persona que lo representa conoce el texto en su idioma original puede comprenderlo de un modo más profundo. Si esta misma persona es la encargada de llevarlo a otro idioma, tiene la posibilidad de elegir aquellas que mejor trasladan los matices de sentido que supo encontrar en el texto original y que luego querrá llevar él mismo a escena. Existe también una especie de traducción en la visión de un director y su modo de transmitirlo a sus actores. Este proceso suele terminar con una amalgama de puntos de vista: texto, actor, director. Es muy bello lo que se genera en las fisuras de entendimiento entre uno y otro. Sin embargo, al encarar además la ardua tarea de autodirigirse, consigue en este caso una línea directa entre texto e intérprete. El resultado de este inmenso trabajo es una representación aún más descomunal. Pablo nos lleva con todo su ser por cada frase. Todas las distintas inflexiones en su voz, las expresiones de su rostro y con cada mínimo movimiento imbuido de la energía que lleva un actor con sus años de entrenamiento y trayectoria. Es irónico pensar en cuánto puede transmitirnos mientras habla del inevitable fracaso a la hora de intentar comunicarse.

PH: Sofía Montecchiari Edit.: Mariné
La acción, el gesto y el habla son tres cauces de un mismo río, que corren libres por su cuenta para desembocar por fin en el océano de sentido que nos brinda Rumbo a Peor. Unas pocas acciones puntuales, el gesto que oscila entre la neutralidad absoluta y una cara desencajada de la emoción, y el verbo incesante. Esta última es nuestra guía, pero el mapa que nos traza es incierto, con caminos insinuantes que vuelven constantemente sobre sus propios pasos. La misma disposición del espacio en escena es un reflejo de este camino inseguro. Líneas rectas, que destacan blancas en la oscura inmensidad, trazan un cuadrado con diagonales que unen sus vértices, y que el protagonista camina en una y otra dirección como un autómata. Un andar físico sin destino que acompaña el dibujo de su voz mientras nos cuenta con intensidad: “Mejor es peor, fracasar mejor peor. Saber nada, o nada no. Saber lo mínimo, como mucho lo mínimo.” La contradicción no sólo tiene lugar en el discurso, sino que es la protagonista. Hay acciones concretas que nos sacan de estos bucles sin necesariamente cambiar las frases mismas. Decírselo al público, decírselo a una grabadora, decirlo en un micrófono, escucharse a sí mismo decirlo en la grabación. misma frase, distintas acciones, distintos significados. En un principio, nuestra intención de encontrar algo concreto en las elucubraciones de este hombre en crisis puede abrumarnos o frustrarnos. ¿Hay un mensaje claro que entiende toda la sala menos yo? Es un sentir común en este tipo de expresiones artísticas más contemporáneas. De igual modo, me propuse confirmarlo al terminar la función, y otros espectadores tuvieron la amabilidad de compartir conmigo su experiencia. Existe un fondo poético común al que referirnos al interpretar, que se ve reflejado al compartir nuestras impresiones de la obra. La ansiedad inducida por la repetición constante, la neurosis, la incomodidad… lugares en los que coincidimos todos al comienzo. Pero ¿En dónde empezamos a diferir?
“Nada más jamás. Jamás probar. Jamás fracasar. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.”
Samuel Beckett.
Este discurso continuo, verborrágico, se despliega serpenteante y va enroscándose alrededor de algunas palabras y temas centrales. La penumbra, el olvido, el vacío, el fracaso… No importa qué rumbo tome con su soliloquio, siempre regresa a estas palabras. Regresa porque nunca termina de explicarse correctamente, nunca llega al punto central de su pensar. O tal vez ese sea el punto. Más que servirnos el mensaje, guían nuestra atención y dejan en nosotros profundizar en su sentido. Es por esto que, si bien hay una dirección clara en el clima que se genera, lo que nos llevamos en particular puede variar inmensamente. Encontramos en Rumbo a Peor una especie de experiencia meditativa, donde concentrarnos en lo externo nos ayuda a conectar con lo interno. En lo personal, mi mente se aferró a las ideas de penumbra, a lo ambivalente. Definir es limitar, y la penumbra ofrece en posibilidad lo que niega en claridad. Reconozco que es una interpretación positiva de aquello que en otros espectadores causó ansiedad. Del mismo modo la idea del vacío resonó firmemente en otros miembros del público. Ellos centraron su interpretación en un concepto que yo había prácticamente descartado como algo secundario. Siempre pienso en el arte como algo colectivo, tanto en su creación como en su consumo. Lo individual rara vez tiene un efecto tan duradero como lo grupal. Es importante hablar de lo que nos sucede, poner en palabras nuestros pensamientos ayuda a darles forma, y escuchar otras voces ayuda a que esta se modifique y se sostenga. Lo que nos diferencia también nos enriquece. Al compartir nuestras ideas crecen. Por esto mismo obras como Rumbo a Peor resultan tan interesantes. Una obra que hace pensar dice tanto porque su mensaje es la suma del mensaje que encuentran quienes lo observan. No permitamos que esta ola expansiva se detenga. Sigamos observando, analizando y, sobre todo, compartiendo.

PH: Sofía Montecchiari
Rumbo a peor. Autor: Samuel Becket Traducción y dirección: Pablo Finamore Intérpretes: Pablo Finamore Prensa: Valeria Franchi Teatro o espacio de presentación: Teatro Moscú Ciudad: Capital Federal.
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