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"Para sobrevivir" (o cómo vivir de nuevo).

-Por Martina Pawlak



Cuatro intérpretes llenan el escenario de Fundación Cazadores. Una de ellas está acostada sobre una mesa con las patas cortadas, de manera que forma una diagonal descendente. Las demás se mantienen estáticas a su alrededor.

La sensación que genera la escena inicial es la de un cuerpo que se resiste al hundimiento. Los primeros minutos se desarrollan en un tempo muy lento, cercano a la quietud, desesperante. Para sobrevivir (o cómo vivir de nuevo) pone a prueba nuestra capacidad de soportar esa tensión, nos induce a un estado liminar. Incomoda.

La bailarina sobre la mesa está caracterizada como una cama, con la almohada adherida a la cabeza y una túnica acolchada que chorrea desde los hombros hasta el piso. El vestuario es blanco, globular, onírico. Abajo, las tres bailarinas de blanco tienen grumos en el cuerpo, como si otro organismo pujara desde adentro, desesperado por salir.


A lo largo de la obra, se pone foco en los distintos niveles. Violeta, la intérprete con los pies sobre la mesa fragmentada –ahora en vertical–, sostiene una mirada de sufrimiento hacia la luz, que es la representación escénica de Dios.


Este personaje es el único que puede mirar a Dios a los ojos, su lenguaje corporal sufriente trae reminiscencias de Virgen María. En cambio, los cuerpos-nube de las otras bailarinas –Milagros, Camila y Luciana– se enfrentan a estímulos que los repelen. Irrumpe aquello que no se quiere enfrentar; se genera una tensión entre querer y no querer acercarse a esa luz divina. Batallan ímpetu de vida contra impulso de muerte.



Para sobrevivir
PH: Martina Pawlak Edit: Mariné

A medida que la obra avanza se despliega una lucha de poder. La bailarina de la mesa continúa unos buenos minutos impoluta, con la mirada hacia la luz, mientras abajo se suceden temblores, sacudidas y espasmos.

El sometimiento y la sumisión son temáticas centrales en la obra de Daniela García, con un diseño de luces minimalista y metafórico, donde un parpadeo estroboscópico indica un cambio en la narrativa. Las dinámicas desplegadas al principio van mutando en una lógica que invierte la relación ama-esclava, sometedora-sometida.

Hay un dúo en el que se enfrentan dos fuerzas: una que quiere ir hacia la luz y otra que la detiene; y un solo donde aparece un cuerpo recibiendo golpes de una entidad invisible, mientras el rostro incolumne de la virgen nos transmite algo del poder que hay en la sumisión.

Lo intocable de la deidad se pone en cuestión para dar paso a lo que emerge luego de romper el orden establecido. Los cuerpos se liberan a través de saltos, caídas, movimientos acrobáticos, todo con un nivel técnico destacable por parte de las bailarinas.

Además, el tempo y la música van in crescendo. Se desfigura la virgen que aguanta todo y no se queja, a la vez que se instalan varias preguntas: ¿qué implica ir hacia ese no lugar que es la muerte? ¿Qué jerarquías es necesario romper para alcanzar la liberación?

Por momentos, aparece una luz roja que indica peligro e infierno. La obra deja de ser blanca y acolchada para devenir salvaje; la virgen sobre la mesa termina bajando hacia el infierno, un carnaval donde, a la manera de Agamben en Profanaciones, las jerarquías se profanan, se abre paso a la agresividad y una vez profanado, lo que era indisponible y separado pierde su aura y es restituido al uso (Agamben, 102).





Para sobrevivir
PH: Martina Pawlak Edit.: Mariné

Hacia el final, la obra de Daniela García cambia de tono: la música de Dylan Lerner pasa de instrumental a tener letra. Se repite el verso “The lonely and I”, invitándonos a reflexionar sobre la soledad que implica estar en lo alto de la jerarquía, al tiempo que nos instala en ese estado liminar entre la vida y la muerte.

Por último, mediante de una escena de lip sync, la virgen se despoja de su rictus para sonreír y cantar, es decir que adquiere cualidades humanas. Se mezcla con el pueblo enfurecido para profanar su lugar sacro; ya desligada de sus vestimentas acolchadas, toda su corporalidad se deforma.

Una vez destronada, la deidad se mezcla con el pueblo y ya nada es lo que era. “¿Pero es posible una sociedad sin separaciones? La pregunta está, quizás, mal formulada. Ya que "profanar no significa simplemente abolir y eliminar las separaciones, sino aprender a hacer de ellas un nuevo uso, a jugar con ellas” (Agamben, 113). La virgen rompe el molde identitario, se reformula, juega y renace a través de la toma de posesión de su cuerpo. Las jerarquías estallan y lo sagrado entra en contacto con el suelo, la tierra, el polvo de lo real.



Para sobrevivir Autoría: Daniela García. Intérpretes: Luciana Berti, Violeta Furfaro, Milagros Muñoz, Camila Vega. Vestuario: Mia Soifer. Diseño de luces: Paula Fraga. Música original: Dylan Lerner. Diseño gráfico: Carlos Martínez. Asistencia de dirección: Rocío Alagastino. Producción: Miranda Ciriano, Daniela García. Dirección: Daniela García.

 


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