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Si aceptamos que el mundo es absurdo, entonces podremos ser libres: Sobre Albert Camus y El extranjero (1942) en una época del desinterés.

-Por Santiago Oliva

Meursault es un hombre que acaba de recibir una trágica noticia: su madre ha muerto y le solicitan que asista al asilo para su entierro. El día del velorio, se encuentra con personas cercanas a él y a su madre. Todos lo lamentan y le dan sus condolencias. Cada uno tiene algo por lo que penar en este fatídico día, pero Meursault parece estar más preocupado por el calor agobiante del verano y por no perder el tren de vuelta, para llegar temprano al trabajo.



El extranjero

El extranjero, novela de Albert Camus (portada del libro publicado por Gallimard, intervenida).

Si tuviéramos que describir la filosofía de Albert Camus, la definiríamos como absurdismo: un movimiento que plantea que la vida en general es absurda. No es que la vida sea cómica, sino que carece de sentido o propósito superior. La vida, en todos sus matices, no es y no puede ser completamente racional.

Esto se refleja de manera clara en El extranjero, una de las primeras y más destacadas obras de Camus, que trata sobre un hombre común, Meursault, cuyo día a día sigue una rutina monótona. A través de este relato, el lector puede advertir la peculiar forma de "sentir" que caracteriza al protagonista. Mejor dicho, la ausencia de tal sentimiento.


Meursault es indiferente ante cualquier desgracia. La muerte de su madre es solo un ejemplo de esto, pero hay más situaciones que lo rodean. El protagonista no muestra enojo hacia la explotación laboral de su empleador, considerando que es algo protocolar. Su vecino pelea constantemente con su mujer, incluso la golpea, pero a Meursault solo le molesta el ruido que hacen. Incluso María, una mujer que lo ama al punto de preguntarle si algún día piensa casarse con ella, recibe una respuesta seca: "No".

A través de Meursault, Camus muestra lo que él percibe como el problema del mundo moderno. En el absurdismo, la falta de sentido de la realidad es liberadora, pues nos da la oportunidad de darle nuestro propio significado a nuestras vidas.


Sin embargo, en El extranjero este enfoque no se lleva a cabo de manera optimista. Aquí vemos lo que podría interpretarse como un antagonista de la filosofía de Camus: alguien que acepta la incoherencia de la vida, pero no se preocupa por concederle valor. A diferencia de la ideología que busca disfrutar el presente y crear significado, Meursault elige seguir una existencia vacía. Anhela siempre un pasado más placentero y se relaciona con las personas solo hasta el punto en que le convenga. Es como si viviera por inercia, sin cuestionarse, sin experimentar felicidad, simplemente siguiendo los hábitos diarios.




El extranjero
Albert Camus. Fotografía tomada en París, Francia 1953 (intervenida)

A pesar de que Meursault es indiferente, Camus, en su vida personal, no lo fue. Nacido en una familia de colonos en la Francia de 1913, huérfano antes de cumplir un año, Camus nunca permitió que las injusticias del mundo lo desbordaran. Durante la ocupación nazi en 1940, se consagró como escritor y participó en movimientos revolucionarios contra el régimen fascista. Denunció abiertamente los crímenes de odio hacia las minorías étnicas en un mundo altamente racista, tanto en Francia como a nivel global. Camus siempre puso la moral por encima de todo. Esta moral se refleja en su obra, donde condena dos situaciones con las que estuvo en desacuerdo de manera rotunda: la pena de muerte y la legitimación de cualquier asesinato.


La sensación de extranjería que transmite el personaje se logra gracias a la prosa del escritor argelino-francés. Hay un excelente equilibrio entre la atención al detalle de los escenarios y las acciones de los personajes. Es curioso, porque, aunque Meursault es un hombre desinteresado, la forma en que describe sus memorias, los paisajes y las sensaciones del ambiente resulta casi poética. Es como si Meursault fuera capaz de sentir, pero no pudiera relacionar esos sentimientos con otros seres humanos.

El autor describe al personaje de forma interesante: su tendencia a tomar las palabras de los demás de manera literal, cómo los ruidos fuertes lo aturden y lo ponen nervioso, o cómo su mente divaga durante los encuentros sociales. Para la concepción de la época, estos comportamientos podrían haberse considerado propios de un psicópata. Hoy, podemos asociarlos a distintos trastornos mentales.

La novela, sin embargo, puede no ser fácil de leer. Esto se debe a la forma en que los hechos se desarrollan, que puede volverse lenta. Un tercio del libro está dedicado a la cotidianeidad del protagonista, la gente con la que interactúa y cómo percibe el mundo. Como crítica, esto puede hacer que algunos escenarios se vuelvan repetitivos.

No obstante, esto puede ser intencional. Camus quiere reflejar la deshumanización en la monotonía. Es en estos momentos donde encontramos las críticas hacia las instituciones: la Iglesia, que se preocupa más por tener creyentes que por formar buenas personas; los empleadores, que valoran más la presencia en el trabajo que las necesidades de sus empleados; las fuerzas de seguridad, que ven los conflictos como malentendidos o histerias del pueblo; y el Estado, que se interesa más en encontrar culpables que en entender las causas de un crimen.


Es en este punto donde se destacan las aspiraciones de Camus. Aunque Meursault no se queja por las injusticias que sufre, el autor utiliza su pasividad para generar indignación. Nos desespera su indiferencia, pero eso mismo nos moviliza a actuar. Este sentimiento de rebeldía es un sello característico de Camus. Crítico del marxismo, del socialismo y del cristianismo, los veía como un suicidio de la individualidad. De forma reflexiva y algo cómica, Meursault puede conformarse con muchas cosas, pero detesta los sermones religiosos hasta el punto de hacerlos gritar.

Aunque la historia es relativamente corta, cada giro en la trama es impactante. Estos momentos cruciales hacen que El extranjero siga siendo objeto de discusión décadas después de su publicación.
Camus critica los delitos de su época y la falta de sensibilidad del momento. Pero su mensaje sigue vigente en la actualidad.


En tiempos de hiperconectividad, estamos constantemente expuestos a las atrocidades del mundo: guerras, genocidios, abusos de poder y represiones en todas sus formas. Sin embargo, la rapidez con que recibimos estas noticias es proporcional a la velocidad con la que las olvidamos. Tenemos otras preocupaciones en nuestras vidas. A pesar de nuestra capacidad para comunicarnos al instante, nuestras relaciones se han vuelto más efímeras y distantes. Elegimos aislarnos para evitar complicaciones. El tipo de vida rutinaria que llevamos, con trabajos que nos desgastan física y mentalmente, solo lo mantenemos por seguridad. Nadie quiere arriesgar su comodidad por una pasión.


El extranjero es una obra que nos interpela. No sobre si somos capaces de sentir, sino sobre si decidimos ignorar esas sensaciones. A través de un personaje tan extraño en un mundo "normal", Camus nos invita a reflexionar: ¿nos estamos convirtiendo en personas extrañas a los sentimientos fundamentales de un ser humano?

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