¡OH, la danza! ¡OH, the dance! Poner en valor “La Danza” (1911)
- Mariné Amestoy

- 25 jul 2023
- 5 Min. de lectura
Actualizado: hace 2 días
Danzar es probablemente una de las artes más antiguas. Desde que el hombre es hombre, sin duda comenzó a gesticular con el rostro, el cuerpo y las extremidades. Cuánto tiempo se tardó en convertir la gesticulación corporal en un arte, nadie puede saberlo con seguridad, tal vez se trate de un arte milenario.
Anticuarix
¿Cuántas formas existen para (re)nombrar el tiempo? ¿Cuántas máscaras o fisonomías adopta mientras avanza por las imágenes de la Historia, situándose sobre una estría de infinitas dobles vías? En su octavo libro, Josefina Zuain, directora de la editorial especializada en danza 2(DA) En Papel Editora, abre el juego con una riada de preguntas diversas sobre la danza, el movimiento, el archivo y su historia (sin mayúsculas), junto con inquietudes personales. El resultado es un tejido que desentraña y teje LA DANZA-THE DANCE en un texto sorprendente y abundante. Una exploración generosa sobre las antiguas prácticas de la danza, un territorio saturado de imágenes "about the dance" y palabras que las acompañan en danzas diversas e innovadoras, accesibles tanto para expertos como para quienes se inician en el tema.

Explorar su estructura es reconocer un paseo por sus páginas como pilastras o respaldos alineados, revelando el espacio entre ellos para captar la potencia de las imágenes: desde enigmáticos jeroglíficos y frescos contemporáneos hasta manuscritos y bajorrelieves, todos acompañando un texto que parece danzar desde la primera página.
2(DA) logra un punto clave gracias a Renee Caarmichel y Fátima Sastre, las encargadas de traducir este texto de tono patrimonial al castellano. Es un retrato de un contexto en movimiento que persiste y sobrevive a pesar de...

La lectura de este libro constituyó, en lo personal, una contingencia celebrada. Fue un punto de inflexión en mi vida cotidiana como escritora y bailarina, un momento de pausa que me condujo a revisar mis propios archivos, libros y apuntes en busca de las preguntas que emergieron y que, hasta ese momento, habían sido las fuerzas impulsoras detrás de mi escritura, mi percepción y mi práctica dancística. No obstante, en esta ocasión, experimenté una sensación de insuficiencia de las palabras frente a la vasta cantidad de material que se desplegaba ante mis ojos: textos, organizados y presentados de manera rigurosa, que desafiaban mis creencias previas y mi supuesto dominio sobre el tema.

¿Es la danza un arte que sobrevive a todo concepto de arte y/o contexto político, social, cultural? ¿Y las imágenes? ¿Cómo se establece esta relación entre el movimiento y la quietud? ¿Cómo se articula esta GRAN DANZA de danzas entre tantas preguntas?
Lo interesante es que ninguna disciplina académica tiene un dominio completo sobre las imágenes, pues estas no pertenecen exclusivamente a la historia ni a la religión, sino más bien a la sociedad. La regulación de las danzas como protocolo, por encima de la danza popular "salvaje", ejemplifica esta situación (pág. 67, LA DANZA, Josefina Zuain).
¿Estamos frente a la emancipación de un vértice del mapa del arte? Este libro, este verdadero hallazgo, parece demostrarlo. Un antiguo editor en Londres, en 1911, publica sin firmar, posiblemente sacudiendo preconceptos y prejuicios sobre las prácticas de la danza. Prácticas que revelan más y más malezas y fragmentos de lo que creíamos conocer antes de leer este libro, pura fibra historiográfica y archivística. Bienvenida sea esta fuerza que derriba lo normativo con diferencias, continuidades, extravagancias y divertimentos, aunque se hable desde la danza y/o la imagen.
El cuerpo es imagen; aunque quizás no de la misma forma en que entendemos la imagen en su acepción más estricta o tradicional. No es lo mismo considerar al cuerpo como una imagen en sí misma que como una representación visual, pues el cuerpo no solo se presenta, sino que se manifiesta, se inscribe y se reconfigura constantemente a través de sus actos. Es, por tanto, un medio y un fin simultáneamente, un lugar donde lo visible y lo invisible se entrelazan. Pensar en un mundo donde la danza haya sido una constante es, sin duda, una reflexión desafiante, tanto para el pensamiento contemporáneo como para la tradición histórica. La danza, en sus diversas formas –ya sea como ritual religioso, festividad pagana, ceremonia fúnebre, práctica militar, danza de bacantes, pantomima alejandrina, entre tantas otras–, no es una actividad aislada ni episódica, sino una práctica estructural, fundacional en la historia de los pueblos, de los cuerpos y de las culturas.
A lo largo de los siglos, el cuerpo ha insistido en expresarse mediante el movimiento, buscando siempre dejar una huella, inscribir su existencia en el tiempo y el espacio, en un ejercicio de resistencia ante la fugacidad de la vida. Desde el 3000 a.C. hasta el 1911 d.C., la danza ha sido la columna vertebral de un cuerpo que se ha empeñado en mostrar su presencia, ya sea como acto de celebración, como forma de comunicación ritual o como testimonio de un poder que se despliega en el movimiento. Esta práctica es, en efecto, la narración del cuerpo mismo, el lenguaje que se remonta a los primeros tiempos de la humanidad y que, aunque ha sido transformado y reinterpretado de mil maneras, nunca ha dejado de ser una forma primordial de inscribir la experiencia humana.
La danza, así entendida, no es un mero accesorio cultural o un entretenimiento, sino un acto ontológico que afirma la existencia del ser en su más pura y primigenia manifestación. No importa si es el rito sagrado de una civilización perdida o la extravagancia de un baile cortesano; cada gesto, cada movimiento del cuerpo refleja una necesidad humana fundamental: la de existir, la de ser reconocido en su ser, la de dejar una huella que trascienda el tiempo.
Danzando con todos “since” 3000 a.C.

En LA DANZA-THE DANCE, las "ilustraciones-histórico-bailantes" no solo reflejan el trabajo de investigación monumental realizado por la autora y su equipo, sino que desvelan un mundo que, aunque aparentemente conocido, se muestra como un espejismo ante nuestra mirada superficial. Este universo no se limita a la danza como la conocemos en el presente, sino que va mucho más allá, tocando los orígenes más profundos y primigenios del cuerpo. La exploración va al encuentro de lo embrionario y celular, conectando las primeras pulsaciones de la vida con los movimientos que dan forma a nuestro ser. Cada página del libro parece trazar un camino en el que buscamos nuestras propias figuras, trazos, instrumentos y hasta las partituras invisibles que nos vinculan con el origen mismo de lo humano.
Este recorrido no se limita a una simple narración histórica; al contrario, pone en cuestionamiento nuestra percepción habitual de la danza, como si nos confrontara con una memoria ancestral en la que la danza y el movimiento no son solo una construcción cultural, sino un acto vital que proviene de lo más profundo de nuestra existencia física. En este sentido, la autora nos invita a reencontrarnos con nuestro propio cuerpo, con las fuerzas y energías que lo habitan, más allá de lo que nuestros sentidos cotidianos nos permiten captar.
Es en este punto donde LA DANZA-THE DANCE se convierte en una obra indispensable. Porque, ¿qué podría ser más esencial y urgente que vivir la experiencia de la danza desde lo universal, desde lo óseo-muscular que sustenta nuestra existencia misma? Al menos, para mí, no hay nada más urgente ni más ineludible. Este libro no es solo una reflexión teórica, sino una experiencia vivencial que nos recuerda la profundidad de lo que somos, más allá de nuestras construcciones sociales y culturales.
¡OH la danza! ¡OH the dance!
Nota originalmente publicada en 2da Cuadernos de Danza (Nota)
Web: https://cuadernosdedanza.com.ar/
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