Junio, un cuerpo que escribe en duelo. Palabra elegida para comenzar el mes: alegría.
- Jezabel Amin
- 10 jun
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 8 jul
Obras en conversación: Ruin, Ruedos de un payaso y Copia Original. Escenarios: abrazo situación del INT, duelo del perro muerto y de los amores caídos
01 de junio. Domingo.
¡Nuevo mes! ¿nuevo? Si, primero de junio dice el calendario. Lo recibo brindando de madrugada con amigxs hetero (también lxs amo). La práctica de la diversidad incluye que mi “yo” pueda compartir con ellos. A veces me siento hetero, a veces no. "Nada de eso me habla del bien o el mal".
En breve, hacia el centro de la ciudad de Buenos Aires, aunque tenga que limpiar la casa y pedir plata para poder hacer una obra. Abrazo al INT.
Cuando llego algunxs referentes ya habían leído algo y después cuando alguien habló para el conjunto, desde mi posición no se entendía. Sería bueno pensar en un megáfono si la idea es que se escuche un poquito más allá. Que una lectura en la calle no sea sólo una puesta en escena. Una protesta tampoco. ¿Qué diría mi novio Artaud de todo esto?
Doy más atención a cómo se desarma la situación con la llegada de la policía que a sus inicios. La imagen del colectivo pasando por donde hubo gente protestando, todo como si nada hubiera sucedido, queda zumbando en mis orejas… “el vértigo de ver cada cosa que existe” (retomo a Borges) me tensa los recuerdos. Inicio, nudo, desenlace. ¿Hay otra manera de contar? ¿Cómo cambiar la narrativa de los tiempos y no morir en el intento?
PH Jezabel Amin. Sospecho que lo importante era encontrarse, alimentar los ánimos para continuar.
Tengo menos de cinco mil pesos en mi cuenta. Suelo estar al borde, disfruto el juego desde el precipicio. Para seguir con los pies en tierra, me compré un par de libros usando una tarjeta de crédito que muchas veces pago con ayuda familiar. Defender las creaciones artísticas bajo la preocupación económica a veces se siente absurdo, como si mi falta de autonomía me recordara casi todo el tiempo que no soy suficiente y que pretender dar máximas de comportamiento y celebrar obras de otrxs es algo bastante ridículo. Hay que animarse al ridículo. Quiero desnudarme de creencias limitantes y salir de las hojas de papel. Pero no puedo parar de escribir, aunque soy consciente que elegir la visión crítica de lo real, hacer público un trazo de pensamiento íntimo afectado tiene un costo. Llegan visitas y dicen cosas y eso es parte del viaje de la afirmación de un cuerpo que escribe. Estoy luchando conmigo misma para poder dejar pasar un otrx en paz. Sepan disculpar las molestias ocasionadas.
Soy parte de la familia teatral, de la danza, de algunas milongas, de F.A.C.E., de la ciudad sucia, de la mirada de mi gato, del fantasma de mi perro, escribo con ellxs. Y lo hago de forma persistente desde hace años. A veces hago saltos cuánticos a otras situaciones y no siempre me pongo a explicar todo. Señorx lectorx, tengo un perro muerto, conté esa historia en la nota anterior. La que me criticaron por larga, o que marea, o qué sé yo. Se supone que ahora la duración de su atención es corta. Quiero creer que otras maneras son posibles. ¿Cómo da atención a su espalda mientras lee? ¿Lee?
El viaje de la atención del espectador en la mayoría de los casos es un misterio. Algunxs creadores casi siempre tienen ganas de saber que se ve del otro lado. No sé si es mi caso. La otredad emancipada.
Aunque haya afirmado “tu mirada me sostiene” en la nota anterior, no sé si escribo para ser leída. Es para seguir viviendo. Soy una hoja en blanco corroída de donde nacen palabras que buscan afirmarse para sostener el sentido de mi vida. El puente es frágil. Insisto en ver obras para nutrir mi texto y a veces también me siento tan adentro que no estoy segura de mis bordes. La piel me los recuerda. Mi paisaje interno se renovó al volver a ver Ruin, en el Galpón de Guevara.

El entramado de lo singular en lo plural me interesa: el teatro. Y necesito vaciarme para dejarme penetrar, por eso necesito horas de soledad. En este mundo hay mucho ruido. Un contraste al bochinche, algo de remanso me trajeron las payasas y Agustín. Si todo el tiempo es otrx, todo el tiempo es estímulo, viajes callejeros, “yo” no puedo pensar.
Necesito un silencio húmedo para poder seguir escribiendo desde los intersticios. La soledad es un bien preciado en estos tiempos espectaculares.
¿Vos qué necesitas? ¿Cómo percibís tu espalda ahora?
02 de junio, 7 am. Despierto recordando algo de Ruin desde las sábanas y con algo de la conversación con Agustín Soler entre mis dedos. Hacia el final él dijo “pensé que ibas a grabar”. A veces necesito de los momentos que no se registren más que en las pupilas, jugar con las afecciones que quedan en los pliegues de mis ojos, sentir la resaca que puede dejar una conversación y que eso camine solo. ¡Que no todo se registre por favor!
Me dio curiosidad el proceso de armado de obra y pregunté siendo muy tímida. Entendí algo de las imágenes inspiradoras, de cosas ya hechas reversionadas, del trabajo en sala, de la creación con artistas que habían sido alumnas y la importancia de jugar con otrxs para enriquecer lo propio. Casi todo fue para que exista un momento, cuando Agustín contó algo de un chico a la salida del Teatro San Martín con un conejo muerto pidiendo en la calle, pude hacerme una foto mental de su foto mental (que tal vez era otra). En la tierra de las imágenes replicadas al infinito, poder imaginar escuchando palabras de otrx con tanta claridad es un privilegio enorme. Capté un recuerdo y escribo. Juro que no soy un robot.
Acá reaparece el sentido súper claro de la importancia de la conexión con un otrx. Alguien más entre estas líneas hace que una porción de mi carne analógica respire mejor. Aunque tenga consciencia de los animales muertos y la pobreza, hay alivio. Quedaron rebotando preguntas sobre cuánta energía se da a la obra, cuánta se recibe, también cuanto más pudiera dar un artista sino tuviera que también ser productor, director, etc. “Yo” nunca alcanzo la respuesta a la medida de mi curiosidad.
¿Cómo explico algo de lo que me pasa al ver Ruin sin ser clasificada como mística? Algo de la personalidad de Ruedos la otra obra que vi de Agustín se ve en Ruin a la vez. ¡Vayan a ver Ruedos y Ruin y me cuentan! Ambas obras las vi dos veces, me gusta notar las sutiles diferencias, me gusta notar que veo otra cosa en un aparente “lo mismo”. En esta segunda pasada por Ruin, noté los cuerpos de lxs intérpretes cargadxs de otras afectaciones en una situación específica, ¿el cambio es real o la tristeza por la partida de Atila en mis ojos que transformó mi mirada? ¿Qué es lo importante al tiempo de observar? Lo que veo siendo un “yo”, ¿seguro lo ve alguien más?
Algo de estas obras reflejan el espíritu de Agustín Soler. Otrxs directores también logran este efecto. Las puestas que aparecen desde las manos de Fagner Pavan hablan de una forma de ver el mundo, su obra Copia Original da cuenta de cierta energía, de cierta manera de estar con la cual me siento viva y reflejada. Agustín se deja ver de una manera, Fagner de otra. Ahí, allá, acá también me encuentro. Diversidad y coexistencia. ¿Es que acaso realmente no tengo fondo?
Claro que Agustín no es sólo Agustín. Lo sé, pero hay algo en su talento que permite que cierta dinámica de fuerzas se propague en el espacio y se genere un otro mundo, al cual llegan visitas, viajantes, lxs espectadores que van y vienen y el circo sigue ahí. A Jeza le gustó el paseo.
Después de ver Ruin y Ruedos por segunda vez, me pregunto si la lectura objetiva es posible a la hora de contemplar una creación artística.


Esta vez la función de Ruin la vi con niñxs cerca, ellxs se animaron a hacer preguntas en voz alta, ¿qué pasó? ¿Lo mató? ¿Por qué se fue? La mirada abierta, húmeda, dispuesta a recibir de lxs pequeños, el no temor a usar la voz es eso lo que quiero conservar en diálogo con mi capacidad de asombro. El mundo adulto a veces está tan lleno de máscaras. Las payasas en el escenario no ocultan las propias, se dejan ver.
Torpemente le pregunté a Agustín si era la primera obra que dirigía. Claro que no, dijo, y apunté nota mental: investigar más de lxs artistas antes de hacer preguntas. No soy niña, recordar.
Hay algo de no pretender ser más, de abrir los propios interrogantes, de confesar sus cuestionamientos que olfateo bueno en la manera de Agustín y que me dan ganas de seguirlo. Me da ganas de volver a confiar. Mientras hablábamos, se acercaban las actrices a saludarlo. Desde adentro (de Jeza), algo decía con emoción, ¡ah! ¡Están acá! ¡Son humanas cotidianas también! Hay algo de niña que permanece intacto en mi mirada y quiero cuidarlo. También soy una mujer adulta. Lo sé.
Esta segunda vez sentí la obra menos cargada de alegría, más cargada de cierta nostalgia. Presente el humor, la poesía eso siempre sí. Tal vez era “yo” en otro estado, porque muchas bocas se llenaron de risas desde las butacas. Hubo apertura desde el público para recibir la manera de Agustín y de las payasas.
Quizás fui “yo” que estaba más cargada de muertes y mis ojos pusieron un filtro particular. Pero igual pude resonar con las risas de lxs peques a mi alrededor, estar ahí es alegría. Los adultos también reían como niñxs. Hay algo de lo humano que parece trascender edades, ¿culturas? “Creo que si un chino ve Ruin va a disfrutarla de todas maneras”, algo así comentó alguien que me había acompañado al estreno un tiempo atrás. Volver a ver, poner en relación memorias, escuchar ahora el canto de los pájaros mientras escribo. Cuando llevás tus ojos a la situación de escritura observacional, lo real se dilata, es hondo y profundo, no hay final. Desde la lejanía, brilla más todo. Atesoro las dimensiones artísticas de la existencia, eso también hace Ruin. Lo que es necesario en el mundo, que podamos encontrarnos para estar, en el teatro sucede.
Pero no todo es representación. ¿Verdad? Conocer es ensuciarse las manos, por eso te pido, Agustín, que escribas unas líneas pensando en tu relación con la obra, sin hacer foco en lo que se puede decir para que alguien más vaya a verla. Eso está pasando y va a seguir pasando, el motor del movimiento está en marcha. Juguemos a que no hace falta nada más. Cinco minutos de atención a escribir sin pensar en el espectador a ver qué aparece.Te dejo preguntas. En relación a tu ser artista. ¿Pensás el “para qué”? ¿Si alguien te cuenta que ya todos los momentos maravillas que generaste son suficientes, le vas a creer?
Jeza va a seguir insistiendo en que otrxs ojos se sumen a la experiencia de estar cerca de tus creaciones. Sólo porque si. Porque siempre hay y siempre hace falta alguien más.
03 de junio. Traen las cenizas de mi perro Atila en breve. Me pregunto qué sentido tiene. Algún sentido tiene. Los rituales cumplen una función. Algo mío lo sigue percibiendo en el espacio, tal vez que lo traigan transformado en otro tipo de materia me ayuda a entender que en el plano de lo sutil siempre permaneceremos juntxs, pero que de este lado del espejo, él ya no está.
Pienso en los ojos de uno de mis primeros perros. Me acuerdo que me bañaba y estaba ahí, mirándome y “yo” me preguntaba si alguna vez ese ser peludo y negro había sido mi amante. Había decidido llamarlo Fabio como un primo del cual estaba enamorada teniendo ocho años. ¿Será que a mis cuarenta me volver a enamorar?
Pausa observacional respirada. Luego sigo escribiendo. Traigo ahora un axioma que para mi relaciona al teatro físico y la técnica Alexander para ayudarme en la escena cotidiana: inhibo dirigir la acción desde la afectación (la emoción). Observo mi paisaje interno nublado por la angustia, doy atención a la organización de mi estructura, a cómo se distribuye mi peso en relación a los apoyos, pienso la distancia entre mis manos, los pies, el largo y ancho de mi espalda.
04 de junio. Desperté con baja energía, anoche fui a bailar y un tanguero querido dijo que me ve desorientada. Hay cosas en las que vengo trabajando desde hace tanto tiempo y todavía no se ven. Pero “yo” sé que cuento con herramientas para trabajar el desarrollo sustentable de las acciones (cotidianas y escénicas) y espero poder seguir compartiendo procedimientos con alguien más. La clave de cuidar el puente con la vida, vibra por acá. Gracias Mer Sevares por recordarme volver a la alegría cuando afinamos estas hojas y a Mariné por el espacio.
Pensando en alguien más vuelvo a escribir: si existe un espacio que me desafía y me estimula a encontrarme con otrxs también es F.A.C.E., son las obras de Agustín Soler, las conversaciones con amgxs artistas, las salas de ensayo, las manifestaciones. Un cuerpo que escribe pensando desde los intersticios.
Junio continua, ¡allá vamos!
05 de junio. Las calles se siguen colmando de seres que entran, salen, habitan el espacio público y denuncian la crueldad del rey loco. Sigo sintiendo que no puedo salir de la jaula del mundo. Pero insisto en gestar novedad. Puedo ser otra o ¿soy sólo la mujer paráfrasis de todas las que me precedieron?
Nuevos mundos posibles, nuevos mundos posibles, nuevos mundos posibles.
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