El sueño de la gaviota. Sobre: "La Inquietud" de María Marchi con dirección de Rodrigo Cárdenas
Actualizado: 10 ene
Por Nadine Duchini
El público ya ha visto muchas adaptaciones de La Gaviota (Chéjov, 1895), pero lo que transitan los actores y actrices al momento de llevarla a escena en La Inquietud es una experiencia diferente. La conocida obra es una turbulenta puesta que representa la infinita búsqueda de la felicidad, la frustración que enfrentan los artistas y las complejas relaciones amorosas y humanas. María Marchi y Rodrigo Cárdenas presentan esta obra en el teatro Tadrón. Una historia que muestra el detrás de escena de una pequeña compañía teatral que busca poner sobre las tablas a la legendaria obra. El espectador puede ver el proceso interno de llevar a cabo un texto enmarañado, los cuerpos cargados de dramatismo, el sufrimiento del dramaturgo y los anhelos de grandeza de la actriz. Se establece un paralelismo en el cual, por momentos, las palabras de Chéjov se hacen carne para los personajes de La Inquietud. Entran y salen de sus sonetos, mezclan su vida real con la obra que ensayan, a tal punto que parecen compartir los mismos sentimientos actor/actriz y personaje.
El deseo, la pasión loca, el amor y su ausencia van carcomiendo la mente de este grupo actoral. Cada ensayo es un enfrentamiento, no con su directora ni con La Gaviota, sino entre ellos mismos. Se encuentran en una búsqueda desesperada de una identidad artística o simplemente de la fama, en la búsqueda del romance o de una aventura temporal. Mientras lidian con los problemas que plantea la pluma de Chéjov, tienen que convivir con los propios y por sobre todo deben tolerar a sus colegas en escena. Todo transcurre sin correr el foco sobre la idea de “ensayo”, que se hace previo a pasar el texto: cómo se calienta el cuerpo, cómo se trabaja sobre un personaje, qué pasa si se odia lo que se interpreta o si la identificación es total.
En el escenario vemos lo justo y necesario. Semejante a cuando un maestro de teatro tapa los espejos y apaga las luces solo para dejar un reflector y evitar que sus alumnos se distraigan mientras interpretan. Esa es la sensación constante que plasma la poca escenografía, con un sofá color beige sobre una alfombra roja, algunas sillas y mucha luz en el centro. El vestuario acompaña la simpleza y esa tabula rasa que es la mente antes de estudiar un texto y recitarlo mil veces antes del estreno. Los colores neutros y calmos acompañan a los intérpretes durante toda la primera parte; cuando el círculo cromático revienta en ellos es porque la tormenta pasó y lo nuevo se avecina.
La Inquietud es una obra que parece buscar la reinterpretación y la inserción de nuevos públicos dentro de la ya mundialmente conocida historia de 1895. Muestra la forma en la cual los ensayos se pueden salir de control al mismo tiempo que la propia vida lo hace, cómo los actores se lastiman a sí mismos o entre ellos, dentro y fuera del personaje. Una narrativa que habla del ego y la frustración que se convierte en un arma letal en la profesión al proyectar todo ese dolor sobre la vida real. Al final, quizás lo más importante es comprender, parafraseando a Nina, que el brillo del éxito es lo de menos. Hay que saber resistir, trabajar con fervor y así, cuando uno piensa en su vocación, no le teme a la vida.
Recomiendo verla.
La Inquietud. Dramaturgia: María Marchi. Actúan: Lautaro Disi, Mucio Manchini, Lourdes Mansilla, María Marchi, Román Puente, Sofía Schiappapietra. Vestuario: Vanesa Abramovich. Escenografía: Vanesa Abramovich. Iluminación: Horacio Novelle. Redes Sociales: Fabi Maneiro. Fotografía: Iván Lifschitz. Diseño gráfico: Iván Lifschitz. Asistencia de dirección: Nicolás Di Tondo. Prensa: Fabi Maneiro. Producción ejecutiva: Fabi Maneiro. Dirección: Rodrigo Cárdenas.
Funciones a partir de marzo: Domingos 18h.